Gestionar una transición inclusiva para la economía mundial

7 de octubre de 2016

Permítanme expresar nuestro dolor y transmitir nuestro más sentido pésame a todos aquellos que actualmente se están viendo afectados por el huracán Matthew, y que están sufriendo y luchando por superar el desastre causado por una nueva catástrofe natural. Compartimos sus mismos sentimientos y estamos preparados para ayudarles.

Presidente Cárdenas, Presidente Kim, Gobernadores, distinguidos invitados: en nombre del FMI quisiera darles una cálida bienvenida a las Reuniones Anuales de 2016.

Más allá de las políticas y los pronósticos económicos, nuestras deliberaciones de los últimos días se han referido a la transición económica que se vislumbra, impulsada por las innovaciones y las nuevas tecnologías, pero también por otros factores.

Hoy, que pasamos revista a nuestro trabajo y a la tarea por delante, quisiera referirme a cómo gestionar la transición de forma tal que sea inclusiva, que beneficie a todos.

Y pensaba, ¿no sería maravilloso poder recurrir a algunos de los grandes pensadores del pasado para ayudarnos en esta tarea? Tendrían mucho para decirnos sobre las transiciones económicas. Por eso quisiera invitar a algunos de ellos a nuestra conversación de hoy.

Quién mejor para empezar que John Maynard Keynes, uno de los padres fundadores del FMI, quien dijo que el desafío no reside tanto en elaborar nuevas ideas sino en escapar de las antiguas [1] .

Trataré de hacer frente a ese desafío esta mañana, como lo he hecho durante los cinco años desde que pronuncié mi primer discurso aquí ante ustedes.

1. Un FMI cambiante en un mundo cambiante

¡Cuánto camino recorrido! El FMI ha abierto sus puertas al cambio a un ritmo vertiginoso:

Desde abordar la crisis financiera a reformar nuestros servicios de préstamo, nuestra labor de supervisión y de fortalecimiento de las capacidades. Alrededor de 75 programas, por un total de USD 415.000 millones; cerca de 670 consultas del Artículo IV, y casi 17.000 misiones de asistencia técnica.

En el corto período desde nuestras Reuniones Anuales del año pasado pudimos concluir las reformas de 2010 sobre el régimen de cuotas y la estructura de gobierno, después de su ratificación por el Congreso de Estados Unidos. Esto ha dado lugar a un importante cambio en la representación del FMI: ahora cuatro países de mercados emergentes se cuentan entre nuestros diez mayores accionistas. Quisiera agradecer al Presidente Obama el apoyo personal que nos ha prestado para poder cruzar la meta.

Hace tan solo una semana , pudimos incluir el renminbi chino en la cesta del derecho especial de giro (DEG), lo cual significa un gran paso adelante para China y para la economía mundial. Quisiera reconocer los esfuerzos de las autoridades chinas para cumplir con los criterios del DEG.

Hace tan solo unos días , nuestros países miembros decidieron prorrogar las tasas de interés cero de todos los servicios concesionarios del FMI; una medida importante que ayudará a los países de bajo ingreso a hacer frente a shocks futuros y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Y hasta el día de hoy , nuestros países miembros han comprometido más de USD 340.000 millones para reforzar nuestra tercera línea de defensa con un marco de acuerdos bilaterales de préstamo que ayudarán al FMI a mantener su potencia de fuego en torno a USD 1 billón. Nuestro agradecimiento a los países que ya se han comprometido en este esfuerzo, y a los que tienen previsto hacerlo en el futuro.

¿Cómo hemos podido alcanzar estos hitos? Con el extraordinario apoyo que hemos recibido de ustedes y de sus representantes en nuestro Directorio Ejecutivo. Y, por supuesto, no hubiéramos podido hacer nada sin mis excelentes colegas en el equipo gerencial y sin nuestro excelente personal, caracterizado por su talento y dedicación.

Los invito a acompañarme en este reconocimiento a todos ellos.

Y algo más : quiero agradecerles a ustedes, a nuestros países miembros, la confianza que han depositado en al respaldar mi segundo mandato como Directora Gerente. Es un honor enorme estar al servicio de esta institución.

2. Las perspectivas mundiales

Entonces... algunos acontecimientos positivos para el FMI. En el plano mundial los acontecimientos no han sido tan prometedores.

Las economías avanzadas siguen estancadas en un ciclo de bajo crecimiento, baja inversión y baja inflación. Y mientras que en los mercados emergentes el crecimiento repunta, los países de bajo ingreso exportadores de materias primas están lidiando con los bajos precios.

Proyectamos un crecimiento mundial de 3,1% este año, y solo una aceleración moderada, a 3,4%, el año próximo. En pocas palabras: el crecimiento ha sido demasiado bajo durante demasiado tiempo, y beneficia a muy pocos.

Las consecuencias sociales y políticas son cada vez más evidentes. Sigue habiendo demasiada desigualdad en demasiados países. Los conflictos y las migraciones asestan un terrible golpe. El comercio se ha convertido en un tira y afloja político. Y los partidarios de la integración –y la cooperación– económica están a la defensiva.

Si nuestros fundadores estuviesen hoy aquí, sin duda estarían preocupados. Compartían la convicción de que la apertura comercial y económica beneficia a quienes la adoptan. Y concidirían en que el diálogo multilateral es fundamental para la estabilidad de la economía mundial.

Esa es la esencia del Artículo I del Convenio Constitutivo del FMI. Estos principios se ven ahora sometidos a la prueba más dura de las últimas décadas.

Aun así, sabemos que la apertura y la cooperación internacional son ahora más necesarios que nunca para mejorar la vida de la gente en el mundo entero. También sabemos que es necesario abordar los retos que plantean las presiones demográficas, el cambio climático y las nuevas tecnologías.

3. Entrar en la era digital

Ya me han escuchado hablar de estos desafíos antes. Sin embargo, como resulta cada vez más claro, en ningún otro ámbito los cambios se están acelerando tanto como en la tecnología.

Como nosotros pensamos en la revolución industrial, es muy posible que nuestros nietos asocien el primer cuarto del siglo XXI con la revolución digital.

Podríamos aproximarnos a un punto de inflexión en el que los coches y camiones autónomos son ubicuos. En el que los robots y la automatización se tornan indispensables en todas las industrias. En el que los teléfonos móviles reemplazan las sucursales bancarias. En el que la inteligencia artificial y la informática cuántica potencian la investigación y revolucionan la economía mundial.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo evolucionará el futuro. Pero no parece arriesgado decir que esta nueva era de las máquinas traerá consigo mayores beneficios para los trabajadores más calificados, y pondrá mayor presión sobre aquellos menos preparados para competir, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes o en desarrollo.

¿Qué harían nuestros grandes pensadores al respecto? Bueno, uno de ellos dijo que:

“La sustitución del trabajo humano por máquinas... puede hacer que la población sea redundante[2]

A ver, no vayamos tan a prisa.

El gran pensador que acabo de citar no es otro que David Ricardo, quien expresó esta preocupación hace unos 200 años, en los albores de la era industrial. En este tema específico queda demostrado que no estaba en lo cierto.

Una y otra vez, desde la edad del bronce pasando por la máquina de vapor y la electricidad, las grandes innovaciones han reconfigurado los puestos de trabajo y han creado nuevas industrias, aumentado la productividad e incrementado el empleo.

No hay duda de que la tecnología ha traído consigo mayor bienestar en el mundo. Basta con imaginar, por ejemplo, dónde estaríamos si la agricultura todavía dependiera de arados tirados por caballos.

Pero también sabemos que durante las grandes transiciones económicas, algunos quedan atrás, y muchos sufren. La historia nos enseña que la educación y las redes de protección social deben reestructurarse de modo de apoyar y capacitar a la gente para que pueda adaptarse a un mundo en rápido cambio.

De lo contrario, la globalización se ve ante grandes amenazas; pensemos por ejemplo lo que ocurrió durante la Gran Depresión y la infame ley de aranceles Smoot-Hawley.

Así pues, aunque abracemos la próxima transición, debemos gestionarla con prudencia.

Necesitamos crecimiento, pero tiene que ser un crecimiento inclusivo. Necesitamos una transición hacia la era digital, pero una transición que beneficie a todos y cada uno. Y tenemos que empezar ahora.

4. Políticas para un crecimiento inclusivo

La primera prioridad para el crecimiento inclusivo consiste en evitar la “nueva mediocridad” caracterizada por bajo crecimiento, bajo empleo y bajos salarios.

Esto significa utilizar todas las herramientas de política —monetaria, fiscal y estructural—para aprovechar al máximo las sinergias dentro de los países, y amplificar el impacto mediante la coordinación entre los países

Esta “estrategia triple” generaría más espacio para la aplicación de políticas —mayor margen de maniobra— de lo que se suele suponer.

Es esencial implementar reformas estructurales para liberar el potencial económico, tal como es esencial utilizar las herramientas fiscales, si es que están disponibles, para preparar el terreno para la transición.

Ahora que las tasas de interés registran mínimos históricos, es el momento idóneo para la inversión pública: para ampliar el acceso a Internet de alta velocidad, para promover un transporte energéticamente eficiente, y para construir una infraestructura benigna para el clima.

Incluso cuando no exista espacio fiscal, los gobiernos pueden reasignar fondos a proyectos de investigación y desarrollo, a través de créditos tributarios y del respaldo a las instituciones públicas de investigación.

Recuerden: todas las tecnologías que hacen que nuestros teléfonos móviles sean “inteligentes” han recibido financiamiento público: las redes inalámbricas, los dispositivos de GPS, las pantallas táctiles.

Esto demuestra que las políticas públicas acertadas puede dar un impulso al crecimiento por muchas décadas.

Para revitalizar el crecimiento también tenemos que revitalizar el comercio. A lo largo de los últimos 25 años, el comercio ha aprovechado las nuevas tecnologías para incrementar la productividad a escala mundial, ayudando a reducir a la mitad la proporción de la población mundial que vive en condiciones de extrema pobreza [3] , y creando millones de nuevos puestos de trabajo, con mejores salarios [4] .

Por el contrario, erigir barreras comerciales es la forma más segura de reducir el producto, la inversión y el empleo en general.

Pero una vez más, tenemos que poner el acento en las políticas que pueden ayudar a mitigar los efectos negativos del comercio, y a lograr que todos se beneficien.

Lograr una mayor inclusión es en realidad una tarea ingente, para la cual no bastan las medidas macroeconómicas. También inciden los factores políticos. Y los contratos sociales, que tienen que reflejar las diferencias nacionales, regionales y culturales.

Pero aun así, los economistas saben qué políticas pueden ayudar.

De hecho, la segunda prioridad para el crecimiento inclusivo está en ofrecer condiciones igualitarias para todos. Permítanme darles tres ejemplos:

Primero, crear mayor igualdad de oportunidades. Pensemos en políticas educativas inteligentes, en especial para las niñas. Pensemos en la reconversión laboral, para ayudar a los trabajadores desplazados por la tercerización. Pensemos en salarios mínimos adecuados y en incentivos fiscales, para ofrecer a las mujeres más oportunidades en el mercado laboral.

Segundo, promover una distribución equitativa de la carga. Necesitamos un sistema tributario internacional que minimice los vacíos legislativos y que proteja de los efectos destructivos de la corrupción. Y necesitamos proteger a los países de bajo ingreso de los efectos nocivos de la erosión de la base tributaria y del traslado de los beneficios de las empresas a otras jurisdicciones.

Tercero, preservar la competencia y el acceso a los mercados . Esto es especialmente importante para la economía digital, en la cual los efectos de red pueden provocar un aumento de la concentración del mercado, lo cual es perjudicial para la innovación y concentra la riqueza en los segmentos superiores. Al propiciar una competencia mayor —y más justa— podemos lograr que el vasto potencial de la era digital pueda gestionarse de una manera que beneficie a todos.

5. La cooperación internacional y el papel del FMI

Supongamos que, con todas estas políticas, logramos reducir la desigualdad dentro de los países. ¿Cómo entonces reduciremos desigualdad entre países?

La comunidad internacional dio un gran paso hacia ese objetivo cuando se unió el año pasado para fijar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Pero para alcanzarlos, los países de bajo ingreso requieren rentas públicas más elevadas y fiables, de tal manera que puedan invertir en infraestructura, salud y educación. Fortalecer las capacidades en este ámbito es una prioridad para estos países. Y es también una prioridad para el FMI.

Todos los años ayudamos a más de 100 países a mejorar la movilización de sus ingresos internos, y estamos respondiendo a una demanda creciente.

Reducir la desigualdad significa también crear una red mundial de seguridad financiera más fuerte, para ayudar a los países emergentes y en desarrollo a abordar de mejor manera la volatilidad. El refuerzo de los mecanismos de crédito del FMI será una ayuda en este sentido, así como lo será una cooperación más estrecha con otras instituciones regionales.

En las Reuniones Anuales del año pasado les hablé de lograr que el FMI sea una institución más ágil, más integrada y más centrada en sus países miembros. ¿Hemos avanzado? ¡Sí!

  • Hemos redoblado esfuerzos en nuestros principales ámbitos de especialización, que abarcan las esferas fiscal, monetaria y cambiaria, y además hemos ampliado nuestros análisis macrofinancieros.

  • Hemos intensificado nuestras labores sobre temas macroeconómicos de importancia crítica, como inclusión financiera, igualdad de género, corrupción, migraciones y cambio climático.

  • Y hemos afianzado nuestros recursos para apoyar al fortalecimiento de las capacidades través de un creciente número de centros regionales de capacitación y mediante el uso de la tecnología. Más de 13.000 personas —de 184 países— han completado nuestros cursos abiertos en línea para un público masivo (MOOC).

Es decir, hemos elevado el nivel de nuestros servicios, y continuaremos haciéndolo. Este es nuestro compromiso —mi compromiso— frente a ustedes.

Conclusión

Para terminar, quisiera referirme a otro gran pensador: El Secretario del Tesoro de Estados Unidos Henry Morgenthau. Durante su discurso en la conferencia original de Bretton Woods, dijo lo siguiente:

La prosperidad no tiene un límite establecido... La prosperidad, como la paz, es indivisible. No nos podemos permitir que se esparza aquí o allí entre los más afortunados o que se disfrute a expensas de los demás .” [5]

Así que nuestra tarea consiste en gestionar de forma inteligente la transición que tenemos por delante para alcanzar una mayor prosperidad, no solo para unos pocos afortunados sino para todos.

* * * * * *

Desde que asumí el cargo de Directora Gerente he visitado más de 60 países miembros. He aprendido tanto. Tengo tantos recuerdos maravillosos. Pero lo que tengo más presente es la gente que he conocido.

Un ejemplo imborrable es el de la mujer siria en un campamento de refugiados en Jordania que me tomó la mano y me preguntó: “¿ Puede ayudarnos a reconstruir mi país?”

Esta es la gente que me inspira. La gente a la que servimos. La gente con la que, trabajando juntos, podemos construir un mundo mejor.

Gracias.



[1] Keynes, Teoría General del empleo, el interés y el dinero, Prefacio.

[2] David Ricardo: Principios, capítulo 31, “ De la maquinaria,” 1821.

[3] Desde 1990 a 2010. Cifras del Banco Mundial: Indicadores del desarrollo mundial.

[4] En Estados Unidos, por ejemplo, la prima salarial de los trabajadores de industrias de exportación intensiva llega a ser 15% mayor que en otras industrias.

[5] Discurso inaugural de Henry Morgenthau Jr, Conferencia de Bretton Woods, 1 de julio de 1944,

Departamento de Comunicaciones del FMI
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