Buen momento para reparar el tejado

5 de octubre de 2017

Introducción

Larry, muchas gracias por la generosa presentación. Rector Elmendorf, Nick, gracias por darme la bienvenida nuevamente a Harvard.

Y lo más importante, quiero agradecerles a los tres por invitarme a hablar en octubre... y no en enero. Venir a Cambridge en otoño durante el cambio de estación es un verdadero placer.

Mientras caminaba por este hermoso campus pensaba en los ciclos.

Por supuesto, hay ciclos estacionales, como el que estamos disfrutando ahora mismo. Y también están los ciclos económicos.

Uno de los desafíos fundamentales cuando estamos en medio de un ciclo económico es tratar de ver la situación desde cierta perspectiva para determinar que viene después.

¿Qué podríamos ver si tomamos un poco de distancia?

Bueno, veríamos que la tan esperada recuperación mundial está echando raíces.

En julio, el FMI proyectaba un crecimiento mundial de 3,5% para 2017 y 3,6% para 2018.

La semana próxima, antes de nuestras Reuniones Anuales, daremos a conocer un pronóstico actualizado, y probablemente sea aún más optimista.

Tomando como base el PIB, casi 75% del mundo está experimentando un repunte, la aceleración más generalizada desde comienzos de la década. Esto significa más trabajo y mejores condiciones de vida en muchos lugares de todo el mundo.

Pero la recuperación no es completa.

Algunos países crecen con demasiada lentitud, y el año pasado 47 países registraron un crecimiento negativo del PIB per cápita.

Y son demasiadas las personas, en todo tipo de economías, que aún no están percibiendo los beneficios de la recuperación.

La persistencia de un magro crecimiento en los diez años transcurridos desde la crisis financiera internacional ha puesto de relieve el problema de la desigualdad.

También ha puesto de manifiesto las deficiencias de larga data de nuestra capacidad para adaptarnos al cambio tecnológico y la integración mundial.

Como resultado, nuestro tejido social se está resquebrajando y en muchos países se ha intensificado la polarización política.

Y esta es la pregunta:

¿Puede el mundo aprovechar la oportunidad que ofrece esta coyuntura favorable para afianzar la recuperación y crear una economía inclusiva que funcione para todos?

Afortunadamente, he venido a la Escuela Kennedy, que lleva el nombre de una de mis fuentes de inspiración.

Dirigiéndose al Congreso en 1962, aproximadamente un año después de que Estados Unidos saliera de una recesión, el Presidente Kennedy dijo:

“Por más agradable que sea sentarse a disfrutar del calor de la recuperación … el momento de reparar el tejado es cuando brilla el sol”.

Analicemos esta idea.

1. ¿Está comenzando a asomarse el sol?

Podemos comenzar por comprobar si el sol se está asomando.

Un aumento cíclico de la inversión y el comercio en las economías avanzadas
—especialmente en Europa y Japón— ha permitido lograr un crecimiento mejor que el esperado.

Los pronósticos para Estados Unidos han sido variables teniendo en cuenta el desempeño actual de la economía y el cambiante panorama con respecto a la reforma tributaria, pero la probabilidad es que, este año y el próximo, el crecimiento se sitúe por encima de la tendencia.

Mientras tanto, los mercados emergentes asiáticos —liderados por China e India— se han mantenido sólidos.

En otras economías de mercados emergentes y en desarrollo, el panorama es ahora un poco más promisorio, entre otros en los exportadores de materias primas de África subsahariana y América Latina.

A escala mundial, la estabilidad financiera está mejorando, gracias a un sistema bancario más estable y a una mayor confianza de los mercados.

En todas las economías las condiciones financieras han brindado a los prestatarios nuevas oportunidades de financiar sus inversiones y sanear sus balances.

Pero se observan riesgos en el horizonte, como altos niveles de deuda en muchos países, la rápida expansión del crédito en China y la asunción excesiva de riesgos en los mercados financieros.

Todo esto tiene lugar en un contexto de grandes desafíos de índole no económica, desde desastres climatológicos en el Caribe, Estados Unidos y Asia, hasta la exacerbación de las tensiones geopolíticas en la península coreana.

De modo que, sí, estamos viendo que el sol se está asomando, pero el cielo no está totalmente despejado.

Hay dos maneras de encarar un momento como este.

La primera es apoltronarse, disfrutar del avance y esperar la siguiente crisis antes de hacer grandes cambios.

Como ex ministra de Hacienda, comprendo el atractivo de seguir ese rumbo. Es difícil defender las reformas justamente cuando las cosas están reencaminándose, especialmente cuando los beneficios tardarán en materializarse y las autoridades de política económica ya están sintiendo la fatiga de las reformas.

Pero precisamente porque algo sea políticamente difícil no significa que podamos rehuirlo.

Pensemos en lo que dijo el Presidente Kennedy durante la carrera espacial: "Elegimos ir a la luna en esta década y hacer las otras cosas, no porque son fáciles, sino porque son difíciles" .

El mejor camino es abordar este momento como una oportunidad para hacer los cambios que nos permitirán lograr la prosperidad a largo plazo.

No solo es lo que corresponde hacer; sino que es lo que corresponde hacer ahora.

Los estudios del FMI han mostrado que las reformas son más potentes y más fáciles de ejecutar cuando las economías son más saludables. [1]

Intuitivamente eso tiene sentido: es menos complicado modificar una ley tributaria cuando los ingresos están aumentando, o actualizar las leyes laborales cuando la economía está cercana al pleno empleo.

Por lo tanto, no debemos desperdiciar una buena recuperación.

Sabemos lo que puede ocurrir si dejamos pasar la oportunidad.

El crecimiento será demasiado débil y los puestos de trabajo demasiado escasos.

Las redes de protección no podrán sostener a una población que envejece.

Nuestro sistema financiero no estará preparado para resistir shocks futuros.

Basta con pensar en el período anterior a la crisis financiera para apreciar el peligro de perder la oportunidad de protegerse de los riesgos.

En el pasado vimos que algunos países emprendieron reformas desafiando las fluctuaciones del ciclo económico, mientras que otros prefirieron tomarse un descanso durante los períodos de crecimiento.

En 10 años podremos mirar atrás y ver cuáles fueron los países que aprovecharon este momento.

O, para decirlo en palabras de Kennedy: cuando brilla el sol es cuando debemos reparar el tejado.

¿Cómo podemos llevar a cabo la tarea?

2. Las herramientas que necesitamos para reparar el tejado

Podemos empezar por los fundamentos económicos.

La inflación todavía es baja y está notablemente contenida pese a que muchas economías avanzadas funcionan casi a pleno empleo. Por lo tanto, la política monetaria debe seguir respaldando la recuperación.

Al mismo tiempo, las condiciones financieras favorables pueden hacer que los mercados caigan en la complacencia y acumulen vulnerabilidades, por ejemplo en la deuda del sector privado.

Por lo tanto, los bancos centrales deben comunicar sus planes con claridad y llevar a cabo la normalización de la política monetaria gradualmente, según convenga en cada país.

Esto ayudará a evitar turbulencias en los mercados y un deterioro repentino de las condiciones financieras que podrían desbaratar la recuperación.

Por supuesto, la política monetaria es más eficaz cuando se complementa con políticas fiscales sólidas que promueven el crecimiento sostenible a largo plazo.

Los países con finanzas públicas más sanas, como Alemania y Corea del Sur, pueden aprovechar este momento para invertir más en sus propias economías.

En los países donde la deuda pública es demasiado alta, los gobiernos deberían aprovechar la oportunidad del crecimiento para reducir la proporción de la deuda con respecto al PIB y fortalecer su resiliencia.

Contener la deuda pública también es un imperativo en muchos países de bajo ingreso, donde los niveles de endeudamiento han aumentado notoriamente en años recientes.

La reducción de los desequilibrios mundiales excesivos, que incluye invertir más en los países con una situación fiscal sana y reducir el déficit en los demás, hace posible respaldar el crecimiento y evitar la inestabilidad financiera y cambiaria.

Al mismo tiempo, sabemos que las herramientas de política monetaria y fiscal solo nos permitirán avanzar hasta un cierto punto. Necesitamos toda la caja de herramientas, incluidas las reformas estructurales, para reparar el tejado en su totalidad.

Quisiera centrarme en dos aspectos en particular.

Primero, elevar los ingresos y crear empleos. Segundo,invertir en el futuro de la gente y fomentar el crecimiento inclusivo.

Elevar los ingresos y crear empleos

En las economías más grandes, el crecimiento global de la productividad —un indicador que muestra cuán eficiente somos— ha caído a 0,3%, frente a un promedio de alrededor de 1% antes de la crisis.

Esto significa que, pese a los avances tecnológicos, en muchos lugares los salarios apenas aumentan.

Para estimular la productividad, un factor importante para elevar los salarios, se requiere, entre otras cosas, reducir la burocracia, incrementar el gasto en investigación y desarrollo e invertir en infraestructura.

En algunos países, los salarios se ven limitados por la debilidad de la demanda, que se refleja en un desempleo que todavía es muy alto o en trabajos involuntarios de jornada parcial. Por lo tanto, incrementando la demanda se pueden elevar los salarios [2] .

También tenemos que buscar la forma de crear nuevos empleos, y a este respecto entran en juego las reformas del mercado laboral.

¿Qué políticas han dado resultado?

· En España, se han flexibilizado las condiciones laborales, tanto para los empleadores como para los empleados.

· En México, se modificaron las normas para facilitar el ingreso de los jóvenes al mercado de trabajo formal y ofrecerles acceso a atención sanitaria y otras prestaciones.

· En Japón, las prestaciones de licencia para cuidado de los hijos se incrementaron del 50% al 67% del salario, como parte de las medidas para lograr que más de 1 millón de mujeres se incorporen a la fuerza laboral.

Empoderar a la mujer es una idea económica que cae por su propio peso. Si las mujeres participaran en la fuerza laboral en el mismo número que los hombres, el PIB podría llegar a aumentar 5% en Estados Unidos, 27% en India y 34% en Egipto, para dar tan solo tres ejemplos [3] .

Por supuesto, cada país adaptará las políticas a sus necesidades, pero sabemos que, si se aprovecha el impulso actual, este tipo de reformas pueden tener menor costo y mayor eficacia.

Todo ministro de Hacienda y todo secretario del Tesoro en algún momento se da cuenta de que todos los cambios de política económica resultan un poquito más fáciles si hay crecimiento.

Y esto me lleva al segundo aspecto en el que quería centrarme: invertir en el futuro de la gente.

Invertir en el futuro de la gente y promover el crecimiento inclusivo

En las últimas tres décadas la desigualdad económica entre los países se redujo drásticamente, liderada por el avance de mercados emergentes como China e India.

Sin embargo, si observamos la desigualdad dentro de países específicos, en especial algunas economías avanzadas, vemos una ampliación de las brechas y una mayor concentración de la riqueza en los niveles más altos [4] .

Las investigaciones del FMI demuestran que una desigualdad excesiva obstaculiza el crecimiento y socava la base económica de un país. Erosiona la confianza dentro de la sociedad y aviva las tensiones políticas.

Sabemos que la desigualdad a menudo está cimentada en disparidades en las escuelas y en el acceso a atención sanitaria. Lo bueno es que muchos países están trabajando para que no sea así.

· En India, se ha ampliado el acceso a la atención sanitaria, con beneficios claros para los ciudadanos más pobres.

· En Corea del Sur, se están ofreciendo bonificaciones para alentar a los docentes a trabajar en escuelas de bajo rendimiento.

· En Estados Unidos, se están redoblando esfuerzos para incrementar el número de mujeres que estudian ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Hace 13 años, en esta Universidad, un joven inventó la plataforma de una red social que conectaría el mundo.

Pero el próximo Mark Zuckerber no tiene por qué salir de Harvard. Si se hacen las inversiones correctas en educación, puede ser una estudiante del sur de Chicago, o de Sri Lanka o Senegal.

Dar prioridad a la educación también significa respaldar el aprendizaje permanente, incluyendo los programas de reconversión profesional.

El programa de pasantías de Alemania ha servido como modelo durante décadas, y en Canadá una iniciativa reciente demostró que la capacitación práctica en el trabajo puede ser más eficaz que el aprendizaje en el aula.

Esta coyuntura también nos convoca a prepararnos para el futuro del trabajo. El aumento de la automatización podría exacerbar la desigualdad, a medida que los propietarios de la tecnología ganan en eficiencia pero los trabajadores poco calificados pierden su empleo.

En el FMI estamos analizando las ventajas y desventajas de distintas ideas que pueden ayudar, desde conceptos no ortodoxos como el ingreso básico universal hasta políticas más tradicionales como la aplicación de impuestos más progresivos.

En 1981, la tasa marginal máxima del impuesto en las economías avanzadas era, en promedio, de 62%.

Y en 2015, de 35%.

Nuestros nuevos estudios, que se darán a conocer la semana próxima, sugieren que en algunas economías avanzadas se podrían elevar las tasas impositivas máximas sin desacelerar el crecimiento [5] .

Sin duda son todas ideas que conviene explorar.

Pueden ayudarnos en nuestros esfuerzos por reparar el tejado.

Ahora bien, hay otra herramienta más que necesitamos para lograr que nuestro proyecto sea exitoso.

Cooperación internacional.

3. Los beneficios de la cooperación

Muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos requieren soluciones a escala mundial.

Pensemos en la corrupción, un problema respecto del cual el FMI ha asumido recientemente el compromiso de redoblar esfuerzos para ayudar a nuestros países miembros [6] .

Se estima que los sobornos por sí solos representan más de 1,5 billón de dólares al año, casi 2% del PIB mundial [7] .

Luego están la malversación de fondos, la evasión del impuesto sobre la renta de las personas jurídicas, el lavado de dinero, el financiamiento del terrorismo, todos problemas de dimensiones transfronterizas.

O consideremos la regulación financiera. El Consejo de Estabilidad Financiera y otras instituciones han logrado importantes avances desde la crisis para reforzar la seguridad del sistema financiero mundial, especialmente a través de niveles más altos de capitalización y liquidez de los bancos.

Si bien sería útil rever algunas regulaciones y su aplicación, debemos asegurarnos de resguardar los progresos que hemos conseguido.

La cooperación para hacer frente a todos estos desafíos puede ayudar a reconstruir la confianza de los ciudadanos escépticos, en especial si probamos que la cooperación se traduce en más puestos de trabajo y en un futuro más próspero.

Nuestro marco económico mundial debe ser un reflejo de la cambiante economía y debe asegurar igualdad de condiciones para que todos tengan la oportunidad de una vida mejor.

Consideremos el comercio, por ejemplo. En los últimos treinta años, el comercio ha elevado el crecimiento mundial y ha permitido arrancar de la pobreza a cientos de millones de personas. Pero algunos se han visto perjudicados.

Si bien las políticas proteccionistas son contraproducentes, sin duda es posible mejorar el sistema y lograr que sea más transparente y que el comercio beneficie a todos.

Un último ejemplo en que la cooperación es crucial: el cambio climático, una amenaza para cada economía y cada persona.

Según nuestras estimaciones, un aumento de la temperatura de 1°C en un país con una temperatura media anual de 25°C —como, por ejemplo, Bangladesh— reduciría el producto per cápita hasta un 1,5% [8] .

Pero Bangladesh, y países en una situación similar, no pueden hacer frente al desafío por si solos. Solo la cooperación internacional puede erradicar las causas del calentamiento global creadas por el hombre.

¿Cuál es entonces el balance final? Las autoridades deberían utilizar todas las herramientas que tienen a su disposición para actuar ahora, y aprovechar este período de crecimiento mundial.

Y para tener verdadero éxito, deben actuar de manera conjunta.

La cooperación sigue siendo la mejor forma de crear un futuro más próspero para cada nación.

El FMI puede ayudar actuando como plataforma para el diálogo y como recurso para los países que quieren construir una economía más resistente.

En otras palabras, el FMI es una parte esencial de la caja de herramientas.

Este es el mensaje en que quiero hacer hincapié esta semana, en la que representantes de nuestras 189 naciones miembros se congregan en las Reuniones Anuales.

Conclusión

Comencé mencionando una caminata que hice a través de este campus y cómo eso despertó en mí ciertas ideas.

Por supuesto no soy el primer francés que adquiere algo de sabiduría en Nueva Inglaterra.

De hecho, creo que a Alexis de Tocqueville le gustaría bastante este foro público que ustedes han creado aquí en Harvard.

Alguna vez él escribió, “Lo que aún no se ha hecho es solo aquello que aún no hemos intentado hacer” .

Espero que estas palabras nos sirvan de inspiración — al igual que el perdurable mensaje del Presidente Kennedy— y que podamos usar esta época de transformación para reparar el tejado mientras hay sol.

Muchas gracias.



[3] FMI, "Las mujeres, el trabajo y la economía: Beneficios macroeconómicos de la equidad de género", IMF Staff Discussion Note (Washington: septiembre de 2013).

[4] FMI, Monitor Fiscal, octubre de 2017 (Washington: de próxima publicación).

[5] Íd.

[6] FMI, "La función del FMI en cuestiones relacionadas con la gestión de gobierno: Examen de la nota de orientación", IMF Policy Paper (Washington: agosto de 2017).

[7] FMI, "La corrupción: Costos y estrategias de mitigación", IMF Staff Discussion Note (Washington: mayo de 2016).

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