El papel de apoyo de las empresas a una economía mundial más inclusiva

11 de octubre de 2016

Introducción

Buenas tardes. Gracias, John Micklethwait, por tan amable presentación. Me complace participar una vez más en la Conferencia para un Capitalismo Inclusivo, al lado de tantas figuras destacadas.

Henry Ford dijo una vez: “Reunirse es el comienzo. Mantenerse unidos es el progreso. Trabajar en común es el éxito." Del mismo modo, los esfuerzos de Lady Lynn de Rothschild y la coalición —por reunirse, mantenerse unidos y trabajar en común— hacen avanzar la agenda del capitalismo inclusivo, de suma importancia. Deseo rendir homenaje a su visión y a su constante determinación.

El pasado fin de semana, junto a sus 189 países miembros, el FMI celebró sus Reuniones Anuales, centradas en el estado de la economía mundial. Aunque las perspectivas se mantienen moderadas, la actitud es resuelta.

Estamos atascados en un período prolongado de bajo crecimiento: en 2016, por quinto año consecutivo, el crecimiento del PIB mundial se ha mantenido por debajo de su valor promedio de largo plazo. Demasiada gente se siente abandonada y cuestiona el funcionamiento de la economía. Concretamente, en algunas de las economías avanzadas, el sentimiento populista va en aumento y amenaza con provocar un cambio de orientación contrario a la apertura económica.

La realidad es que el crecimiento ha sido demasiado bajo durante demasiado tiempo, y además llega a demasiado pocos. Este es, pues, un momento decisivo, por lo que debemos actuar con determinación para que la globalización funcione, para todos.

Para ello, habrá que recurrir a todos los instrumentos de política —monetaria, fiscal, estructural— para respaldar la demanda, impulsar la productividad y revitalizar el comercio. También es fundamental invertir en redes de protección social, educación y la recapacitación de quienes se han visto afectados por cambios tecnológicos. Las autoridades económicas se enfrentan a un gran reto y no podrán abordarlo solas.

Necesitamos que todos los creadores de empleo y crecimiento den un paso adelante. Me refiero, por supuesto, a las empresas.

Al fin y al cabo, las empresas sacan provecho de una sociedad más inclusiva, puesto que la inclusión respalda un crecimiento más duradero y una prosperidad de base más amplia. En mi opinión, las empresas gozan de una posición privilegiada para respaldar la inclusión.

El término "capitalismo inclusivo" despierta escepticismo en algunas personas: algunos lo ven como un concepto contradictorio y otros como una campaña publicitaria pensada para que las empresas induzcan a los consumidores a comprar sus productos, aumentando así sus beneficios. A otros les parece que es desviarse peligrosamente de los principios del mercado libre.

Nuestra reacción debe ser defender que la inclusión y el crecimiento duradero son dos caras de una misma moneda: no es posible tener la una sin el otro.

En este contexto, abordaré las tres principales funciones de las empresas: en cuanto líderes, empleadores e innovadores.

1. Líderes

En primer lugar, ¿de qué modo pueden los líderes empresariales respaldar la inclusión?

Sin duda alguna, el comercio puede invocar una larga trayectoria en el liderazgo de la inclusión. Pensemos, por ejemplo, en las donaciones filantrópicas de pioneros como Andrew Carnegie y John D. Rockefeller. Pensemos también en la arquitectura de las ciudades industriales europeas en el siglo XIX, que demuestran un espíritu de inclusión.

Sin embargo, en los últimos años hemos visto crecer el sentimiento de indignación pública contra las "elites", al considerar que el llamado "uno por ciento" prospera a costa del otro "99 por ciento". Especialmente tras la crisis financiera mundial, muchos responsables corporativos han sido acusados de adoptar riesgos innecesarios, de falta de ética y de no compartir los frutos de sus iniciativas.

El efecto combinado de ello ha sido la erosión de la confianza pública en las grandes empresas. Según una encuesta reciente de Gallup, la confianza en las grandes empresas estadounidenses se mantiene anclada en un reducido 18% desde hace una década [1] . La confianza en los bancos, situada en el 49% hace diez años, ha caído hasta el 27% actual [2] .

Suele decirse que la confianza "llega a pie, pero se va a caballo". Sin embargo, la confianza será si cabe más crucial en los próximos años. Según una encuesta realizada recientemente por Deloitte, más de la mitad de los miembros de la generación Y no trabajarán para un organismo si no les convence su patrón de conducta [3] .

Durante la conferencia inaugural sobre capitalismo inclusivo que di en Londres hace dos años, me referí —entre otras cosas— a la necesidad de mejorar la conducta y la cultura empresarial. Uno de los principales mensajes que quise transmitir es que los líderes deben tomarse tan en serio los valores como en serio se toman las valoraciones, y ser tan apasionados por la cultura como lo son por el capital.

De hecho, si bien es necesaria una sólida regulación, los líderes deben redoblar esfuerzos para combatir las conductas poco éticas. En parte, es una cuestión de responsabilidad porque, al fin y al cabo, esta sigue siendo de los de arriba. Pero también es una cuestión de efectividad. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que la probabilidad de que un banco aplique una cultura ética es mayor si el equipo directivo da buen ejemplo a través de su propia conducta [4] .

Una remuneración empresarial responsable es condición indispensable. Un estudio del FMI muestra que, si bien el nivel de remuneración de los ejecutivos no está sistemáticamente relacionado con la asunción de riesgos de los bancos, la estructura de dicha remuneración sí que lo está [5] . El riesgo puede reducirse vinculando la retribución a los resultados a largo plazo, y no a corto plazo.

Además de reducir la asunción de riesgos a través de una remuneración más responsable, otro de los elementos clave para recuperar la confianza es erradicar la evasión fiscal. Cualquier observador ocasional de la revelación de los Papeles de Panamá puede darse cuenta de que los esfuerzos para evadir impuestos no solo erosionan la confianza, sino que también defraudan a la sociedad.

No disponemos de estimaciones fiables sobre el importe de ingresos tributarios no percibidos a través de las cuentas enumeradas en los Papeles de Panamá, ya sea de forma legal mediante una sofisticada planificación, o ilegal mediante evasión de impuestos. No obstante, este descubrimiento demuestra con claridad que se trata de importes cuantiosos en ambos casos. La pérdida de ingreso que se deriva representa una oportunidad perdida para la sociedad —y para inversiones favorables al crecimiento como la educación, la salud y el medio ambiente. Un sistema tributario eficiente y justo es parte irrenunciable del círculo de reinversión.

En un sentido más amplio, en muchos países el sector privado puede ser clave en la lucha contra la corrupción en el sector público. A fin de cuentas, por cada soborno que recibe un funcionario público, el sector privado paga otro. Abandonando esta ecuación, las empresas pueden contribuir a atajar la conducta corrupta de los funcionarios públicos —tanto a nivel nacional como internacional. Abordar la corrupción es de vital importancia para la incesante lucha contra la pobreza y la desigualdad excesiva que se lleva a cabo en tantos lugares del mundo.

En el otro extremo del espectro, quienes desean no solo evitar las infracciones, sino contribuir a un cambio social positivo, se sienten atraídos por la filantropía que he mencionado antes. Forzosamente, es en parte cuestión de publicidad. Pero no hay duda de que también lo es de responsabilidad —para restituir y compartir la prosperidad con los menos afortunados.

A nivel de liderazgo, la Promesa de Dar de la Fundación Gates es un buen ejemplo de ello. Desde 2010, 139 particulares con un patrimonio elevado se han comprometido a ceder más de USD 365.000 millones a proyectos de ámbitos que van de la tecnología de la información a la educación, pasando por la sanidad. Asimismo, muchas empresas respaldan con razón a sus empleados realizando donaciones benéficas y ayudando así a los más necesitados, restableciendo la confianza e invirtiendo en el personal.

Esto me lleva a otra de las principales funciones de fomento de la inclusión de las empresas: la de empleadores.

2. Empleadores

El potencial de creación —y mantenimiento— de empleo de las empresas resulta especialmente importante en un momento en el que muchas personas están sin trabajo. A pesar de que la situación del empleo está mejorando en algunas economías avanzadas, la OIT estima que el desempleo mundial total alcanzará los 199,4 millones de personas este año —y rebasará los 200 millones el año que viene [6] .

Es una miseria generalizada que sobrepasa los límites regionales, sectoriales, de género y edad. Si me lo permiten, quisiera destacar dos grupos: el de las mujeres y el de los jóvenes.

La triste realidad es que, en comparación con sus homólogos masculinos, las mujeres están subempleadas y peor pagadas. Aun así, los estudios del FMI y otros han revelado los muchos beneficios del empoderamiento de las mujeres.

Una reducción de la brecha de género es positiva para el crecimiento y la diversificación de la economía, y se asocia a una menor desigualdad del ingreso. Y, además, mejora los resultados: según un estudio del personal técnico del FMI, la presencia de una mujer más en el consejo de administración se traduce en un aumento de entre 8 y 13 puntos básicos del rendimiento de los activos [7] .

En el FMI, incorporamos el asesoramiento político sobre cuestiones de género al diálogo con muchas de las autoridades de los países —y a algunos de nuestros programas más nuevos, como el de Egipto. ¿Qué me gustaría decirles a ustedes, en cuanto defensores y empleadores?

En cuanto defensores, les pediría que respaldasen políticas públicas inteligentes. En los países emergentes y en desarrollo, por ejemplo, son las de inversión en educación de las chicas, fomento de un acceso más amplio al financiamiento y refuerzo de las infraestructuras. En las economías avanzadas, son las de eliminación de desincentivos fiscales a los asalariados secundarios, oferta de servicios de guardería asequibles y de calidad, y subvención de la licencia parental remunerada. También es fundamental eliminar los obstáculos jurídicos a la participación de la mujer en la economía —que existen en nada menos que el 90% de los países.

Lo bueno es que, en cuanto empleadores, disponen de un margen significativo para empoderar a las mujeres. Una actitud de apoyo a un horario de trabajo flexible y a la licencia parental servirá para que más mujeres puedan conciliar trabajo y familia, como también lo harán las iniciativas para facilitar el cuidado de los hijos. La asesoría y orientación a cargo de modelos femeninos a seguir puede ayudar a otras mujeres a actuar y rebelarse.

Además de centrarnos en las mujeres, deberíamos hacerlo también en la juventud. Desgraciadamente, se prevé que el número de jóvenes desempleados en el mundo se incremente en 500.000 este año, hasta un total de 71 millones [8] .

Como ustedes saben, para luchar contra la lacra del elevado desempleo juvenil hay que combinar distintos esfuerzos. Permítanme que resalte uno de ellos: el desarrollo de competencias.

Un elemento esencial para ayudar a los jóvenes a prosperar es asegurar que dispongan de las competencias que requiere nuestra economía mundial, globalizada y en constante cambio. Sin embargo, en demasiadas ocasiones parece existir una desvinculación entre las competencias que presentan los jóvenes y las que necesitan.

El Foro Económico Mundial, por ejemplo, concluyó que, en promedio, solo se utilizan dos tercios del capital humano potencial de los jóvenes [9] . Otro informe, elaborado por McKinsey, indica que los jóvenes y los empleadores coinciden en una cosa: la mayoría de ambos grupos duda que los nuevos graduados estén preparados para asumir puestos de nivel básico [10] . También según el informe, los empleadores pueden marcar la diferencia si amplían su colaboración con las instituciones educativas.

Como parte de la labor analítica y de vigilancia que lleva a cabo con sus países miembros, el FMI aborda esta clase de cuestiones. Aquí en Estados Unidos, por ejemplo, el Fondo viene reclamando un aumento de la capacitación profesional —por ejemplo a través de la ampliación de los acuerdos de colaboración entre la industria y las instituciones de enseñanza superior [11] . También hemos exigido un incremento del salario mínimo federal —otro elemento clave para respaldar la inclusión.

Una de las claves para poder desplegar el potencial de todos los que se sienten excluidos es equipar mejor a las personas para que prosperen en la era digital, ayudándolas a adaptarse a los cambios del mercado de trabajo. Como dice un antiguo proverbio chino: "Cuando soplan vientos de cambio, unos levantan murallas y otros construyen molinos de viento".

3. Innovadores

Esto me lleva a la tercera función principal de las empresas: el fomento de la inclusión a través de la innovación tecnológica.

La relación entre tecnología e inclusión es objeto de un animado debate. Algunos estudios sugieren que la innovación tecnológica puede agravar la desigualdad —porque los robots reducirían los salarios de la gente, o incluso les quitarían el trabajo.

Estas preocupaciones no son nuevas; prueba de ello es la revuelta de los canutos en Francia o la oposición de los luditas a la Revolución Industrial en Gran Bretaña en el siglo XIX. Hoy en día, de quienes sienten preocupación por las nuevas tecnologías se dice que viven anclados en el pasado. No es justo: sus preocupaciones deben tomarse en serio —por ejemplo, mediante la inversión en capacitación y redes de protección social.

De todos modos, también debemos valorar la cara positiva de la innovación tecnológica. Si se aprovecha, puede respaldar la inclusión y crear oportunidades para aumentar la participación de los ciudadanos en la economía, y en sus beneficios. Fijémonos, por ejemplo, en la llamada "economía de las aplicaciones” o “economía por encargo o gig economy". Aunque no es perfecta ni mucho menos, reduce la dependencia de las estructuras empresariales tradicionales y crea nuevas oportunidades para que millones de personas desarrollen su potencial.

Para mí —y el FMI—, un tipo de cambio tecnológico que promete mucho es el relacionado con la inclusión financiera. No hay duda de que ampliar el acceso a los servicios financieros serviría de apoyo al desarrollo económico. No es un tópico, sino que se basa en datos empíricos —entre ellos la base de datos única mundial del FMI sobre inclusión financiera, la encuesta sobre acceso a servicios financieros [12] .

Más de 60 países —de India a Perú— han adoptado planes estratégicos para ampliar la inclusión financiera. Pero si bien los gobiernos pueden generar el entorno favorable —con leyes de protección del consumidor y educación financiera—, es el sector privado el que, en última instancia, debe sacar partido de la tecnología.

Una de las innovaciones con extraordinarias posibilidades son las finanzas digitales. En gran parte de África subsahariana, por ejemplo, resulta mucho más sencillo efectuar un depósito a través de un teléfono móvil que hacerlo en la ciudad más cercana. En 15 países de la región, el número de cuentas de dinero móvil supera el de depositantes en bancos comerciales. El servicio de pago móvil de Kenia, M-PESA, es un conocido abanderado de la banca móvil. Funciona a través de un proveedor de telecomunicaciones privado y ofrece cobertura nacional con independencia de los bancos tradicionales, con el beneficio añadido de que ayuda a ampliar el acceso de las mujeres al financiamiento.

La ampliación de los servicios financieros también obliga a adaptar los productos a las circunstancias de los consumidores. En México, por ejemplo, un importante minorista de consumo abrió un banco en 2012 pensado específicamente para servir a quienes no tenían acceso a cuentas bancarias. Gracias al análisis de los datos de la empresa matriz, lograron tener que exigir menos documentación para abrir una cuenta de lo que suele ser habitual en otros bancos. Miles de personas abrieron cuentas bancarias; los estudios indican que los niveles de empleo e ingreso también aumentaron.

En Chile, cadenas de supermercados van elaborando gradualmente historiales de crédito para los clientes que no disponen de cuenta bancaria. Comienzan con créditos en la tienda por importes pequeños, que van aumentando en función de los reembolsos —ampliando paulatinamente el acceso al crédito.

Estos son solo algunos ejemplos de empoderamiento financiero en la práctica. De este modo, y de otros también, la innovación y la inclusión pueden ir de la mano.

Conclusiones

Para terminar, mientras intentamos sacar la economía mundial de lo que venimos llamando "la nueva mediocridad", los esfuerzos para elevar el crecimiento y respaldar la inclusión son prioridades indispensables y complementarias. Junto a políticas más fuertes, las empresas tienen un papel protagonista. El espíritu emprendedor no solo se ve beneficiado por un aumento de la inclusión, sino que goza de una posición privilegiada para respaldarla — liderando, empleando, innovando.

Dar otro paso adelante hacia el capitalismo inclusivo requiere adoptar medidas decisivas: no solo promesas, sino también actos. La pelota está en su tejado.

Si me lo permiten, terminaré con unas palabras del Presidente Woodrow Wilson:

“Usted no está aquí solo para ganarse la vida. Está aquí para que el mundo pueda vivir con mayor amplitud, con una visión más amplia, con un mejor espíritu de esperanza y progreso. Está aquí para enriquecer el mundo, y se empobrecerá usted mismo si olvida el mandado."

Gracias.



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