Por cierto, el empoderamiento económico de la mujer ha sido una prioridad internacional desde hace mucho tiempo. El G-6 —como estaba conformado entonces— fue creado en 1975, año denominado Año Internacional de la Mujer por las Naciones Unidas para ayudar a más mujeres del mundo a alcanzar su pleno potencial. La alpinista Junko Tabei demostró magistralmente tal potencial al convertirse en la primera mujer en conquistar el Monte Everest ese año. No obstante, mientras el mundo se enfrentaba a las consecuencias del primer shock petrolero y el fin del sistema de tipo de cambio fijo, la estabilidad económica mundial y el empoderamiento de la mujer rara vez fueron parte de la misma conversación.
Cuánto han cambiado las cosas. Hoy, en las conversaciones sobre la economía mundial, el empoderamiento económico femenino prácticamente siempre está presente en la agenda.
Junko Tabei, la primera mujer en escalar el Everest y las “Siete Cumbres”, las montañas más altas de siete continentes (foto: John van Hasselt/Corbis/Getty Images).
El empoderamiento económico de la mujer importa
Esto es así, en primer lugar, porque las mujeres importan, y punto. En segundo lugar, incrementar la participación de la mujer en la economía tiene beneficios considerables para la sociedad en su conjunto (incluidos hombres, mujeres y niños), dado que puede impulsar el crecimiento del PIB, ayudar a diversificar economías y abordar la desigualdad de ingresos.
En el FMI estamos incorporando consideraciones de género en el asesoramiento de política económica que brindamos a nuestros países miembros (hasta el momento, hemos finalizado consultas orientadas en tal sentido con 22 países, y hay más por delante). Nuestros programas recientes —incluidos aquellos con Egipto, Jordania y Níger— también incorporan medidas específicas para ayudar al empoderamiento económico de la mujer.
Para contribuir a las deliberaciones del G-7 sobre la igualdad de género, en el marco de la Presidencia italiana, el FMI preparó un documento —Gender Budgeting in G7 Countries— como aporte a la reunión de este fin de semana.
Una de las lecciones del documento es que, pese a los avances relativos a la igualdad de género de la mayoría de los países del G-7 (véase el gráfico a continuación), aún queda una amplia agenda inconclusa. Por ejemplo, en los países industriales avanzados la participación de la mujer en el mercado laboral es aproximadamente 17 puntos porcentuales menor que la de los hombres. La brecha salarial entre mujeres y hombres asciende a alrededor del 14%. La proporción de gerentes hombres es prácticamente el doble que la de las mujeres, y casi el 70% del trabajo impago es realizado por mujeres.
Los presupuestos deben promover la igualdad de género
La idea que estaba planteando a los países del G-7 es que, para avanzar más, los presupuestos nacionales pueden emplearse más activamente como una herramienta para apoyar la igualdad de género. Por ejemplo, en las economías avanzadas, las políticas tributarias desempeñan un papel importante al abordar los desincentivos al trabajo del segundo sostén económico de la familia. Las políticas de gasto también pueden ayudar, por ejemplo, apoyando los servicios de guardería. Un ejemplo es el sistema de prestaciones infantiles canadiense, que ayuda a las familias con el costo de los servicios de cuidado de los niños mediante una prestación libre de impuestos, condicionada al nivel de ingresos. El cuadro a continuación lista este y otros ejemplos.
Elaborar presupuestos con perspectiva de género implica analizar las políticas fiscales y las decisiones presupuestarias para entender su impacto —tanto intencional como involuntario— sobre la igualdad de género. Tales enfoques pueden aplicarse en todas las etapas del ciclo presupuestario.
Si bien los países del G-7 han empleado eficazmente una amplia gama de políticas fiscales y no fiscales para reducir la desigualdad de género, en general han avanzado menos en el desarrollo de instituciones presupuestarias de base amplia esenciales para transversalizar las políticas de género.
Por ejemplo, solo Canadá, Francia y Japón publican un estado presupuestario con enfoque de género. Y pese a que la mayoría de los países del G-7 efectúa un análisis del impacto de las nuevas propuestas de políticas sobre la cuestión de género, los enfoques y metodologías varían mucho.
Más trabajo por hacer
¿Qué más pueden hacer los países del G-7 para fortalecer la consideración de la cuestión de género por parte de sus instituciones presupuestarias?
- Es necesario transversalizar la elaboración de presupuestos con perspectiva de género. Esto incluye incorporar la cuestión de género en el diálogo anual entre ministros sobre prioridades presupuestarias y en otras actividades de rutina relativas al presupuesto.
- La ejecución presupuestaria debe seguirse de cerca para verificar su impacto de modo transparente. La participación de las legislaturas y la sociedad civil, así como también la realización de auditorías apropiadas, son esenciales para garantizar la rendición de cuentas.
- Las estrategias de género a largo plazo deben involucrar todos los aspectos del proceso presupuestario. Por ejemplo, debe haber una mayor utilización de estados presupuestarios y directrices que establezcan prioridades para gastos relacionados con la cuestión de género, garanticen un financiamiento adecuado a mediano plazo y analicen el impacto de las políticas sobre la cuestión de género.
En el FMI seguiremos trabajando sobre estas cuestiones como parte de nuestras labores más amplias para promover el crecimiento inclusivo. Esto incluye, por ejemplo, brindar asistencia técnica a más de 120 países (por ejemplo, el reciente trabajo sobre los sistemas de información financiera de Camboya, el presupuesto marco a mediano plazo en Ucrania y la evaluación de la transparencia fiscal en Austria, entre muchos otros casos representativos). Y seguimos comprometidos, a través de la totalidad de nuestra gama de actividades, a ayudar a las mujeres a aprovechar al máximo su potencial económico.
Así como Junko Tabei se convirtió en la primera mujer en escalar las “Siete Cumbres” (las montañas más altas en siete continentes), hoy muchas mujeres están escalando posiciones en el lugar de trabajo y la economía en sentido más amplio. Pero queda mucho por hacer.
Por eso, insto a las autoridades de política económica del G-7 a fortalecer la elaboración presupuestaria con perspectiva de género, para contribuir al empoderamiento económico de la mujer y promover la estabilidad económica mundial simultáneamente.