Por Damiano Sandri
A causa de la pandemia de COVID-19, los mercados emergentes están enfrentando una combinación sin precedentes de shocks internos y externos. Entre los últimos, la pandemia ha dado lugar a un brusco aumento de la aversión al riesgo en los mercados internacionales y a una abrupta retracción de los flujos de capital extranjero. Sobre la base de la experiencia histórica, este tipo de shocks financieros mundiales pueden afectar considerablemente las condiciones macroeconómicas en los mercados emergentes, incluido con un tipo de cambio flexible. Las investigaciones que presentamos en el capítulo 3 de la última edición de Perspectivas de la economía mundial muestran que los mercados emergentes pueden lograr mayor resiliencia a los shocks financieros mundiales haciendo uso de la regulación macroprudencial.
Fortalecer la resiliencia mediante la regulación macroprudencial
La regulación macroprudencial abarca un amplio abanico de medidas orientadas a reforzar la estabilidad financiera. Estas medidas pueden incluir requisitos de capital para fortalecer los balances de los bancos, límites a la relación préstamo/valor para limitar la toma de riesgos, y restricciones a los descalces de monedas extranjeras. En dicho capítulo nos preguntamos si una regulación macroprudencial más estricta, además de fortalecer la estabilidad financiera, puede también atenuar el impacto de los shocks financieros mundiales sobre la actividad económica en los mercados emergentes.
Nuestro análisis lleva a pensar que la respuesta es afirmativa. Si el nivel de regulación macroprudencial es bajo, un aumento de la aversión al riesgo en los mercados internacionales (representada por el índice de volatilidad del mercado de opciones de Chicago, VIX) o una salida de capital extranjero reducen considerablemente el crecimiento económico en los mercados emergentes. Por ejemplo, un aumento del 60% en el VIX —alrededor de la mitad del que experimentamos en el primer trimestre de 2020 como consecuencia de la pandemia de COVID-19— o una salida de capitales equivalente al 2% del PIB en un trimestre determinado pueden llevar a un mercado emergente típico a la recesión.
Estos efectos negativos se vuelven menos pronunciados en países con niveles más estrictos de regulación macroprudencial. En efecto, si la regulación es suficientemente rigurosa, los shocks financieros mundiales no parecen tener un impacto significativo en el crecimiento del PIB de los mercados emergentes.
Estos efectos atenuantes son simétricos; es decir, una regulación macroprudencial más estricta reduce la sensibilidad de la actividad interna a los shocks financieros mundiales, ya sean positivos o negativos. Por lo tanto, una regulación macroprudencial más estricta previene desaceleraciones económicas más pronunciadas cuando las condiciones financieras mundiales se tornan más restrictivas, pero a costa de renunciar a cierta medida de actividad económica cuando las condiciones financieras internacionales son favorables. Por lo tanto, es necesario seguir investigando cómo determinar el nivel óptimo de regulación macroprudencial a lo largo del tiempo en función de las circunstancias nacionales e internacionales.
Una regulación macroprudencial que apoye a la política monetaria
También analizamos si el nivel de regulación macroprudencial influye en la respuesta de la política monetaria a shocks financieros internacionales. En varios mercados emergentes, los bancos centrales tienden a elevar las tasas de política monetaria cuando las condiciones financieras internacionales se tornan más restrictivas, posiblemente por los temores en torno a la estabilidad financiera que provocan las salidas de capital y la depreciación del tipo de cambio. En estos casos, la política monetaria parece reaccionar de manera procíclica, lo que probablemente exacerbe el impacto de los shocks financieros internacionales en la actividad económica interna.
Nuestro análisis indica que la regulación macroprudencial puede cumplir una importante función a la hora de favorecer una respuesta más contracíclica de la política monetaria. Si el nivel de regulación macroprudencial es bajo, hemos observado que los bancos centrales tienden a elevar las tasas de intervención cuando la política monetaria de Estados Unidos se endurece o cuando aumenta el índice VIX. Si, por el contrario, la regulación macroprudencial es más rigurosa —y por lo tanto alivia los temores en torno a la estabilidad financiera—, la política monetaria responde de manera contracíclica. Cuando la política monetaria de Estados Unidos se endurece y el VIX aumenta, los bancos centrales tienden a reducir sus tasas de intervención, lo que amortigua el impacto en la economía interna.
Es necesario ampliar el análisis
Deben señalarse tres observaciones con respecto a este análisis. En primer lugar, los indicadores disponibles para medir la regulación macroprudencial presentan varias desventajas, por ejemplo porque en general no logran captar la intensidad de los cambios en la regulación. Por lo tanto, las conclusiones empíricas del capítulo deberán reevaluarse una vez que se disponga de mediciones más precisas. En segundo lugar, será importante poner a prueba la solidez de las conclusiones utilizando especificaciones empíricas que permitan una mayor interacción de la regulación macroprudencial con otros instrumentos de política económica, en especial las medidas de gestión de flujos de capital y la intervención cambiaria.
Basado en el capítulo 3 de Perspectivas de la economía mundial , “Cómo atenuar el impacto de los shocks financieros internacionales en los mercados emergentes: ¿Ayuda la regulación macroprudencial?”, por Katharina Bergant, Francesco Grigoli, Niels-Jakob Hansen y Damiano Sandri (director del equipo )