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Tuvimos grandes debates sobre las perspectivas de crecimiento de los mercados emergentes en nuestras Reuniones Anuales de octubre de 2013. Redujimos el pronóstico de crecimiento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo en 2013 drásticamente, en 0,5 puntos porcentuales respecto de nuestra previsión anterior. Para algunos, fuimos demasiado pesimistas. Para otros, tendríamos que haber mantenido el escenario de menor crecimiento que elaboramos cuando estalló la crisis financiera internacional.
Demos un salto al día de hoy. Efectivamente, las últimas cifras indican que los motores del crecimiento mundial —los mercados emergentes y las economías en desarrollo— se han desacelerado significativamente. Su tasa de crecimiento disminuyó unos 3 puntos porcentuales en 2013 respecto de los niveles de 2010, y más de dos tercios de los países —con Brasil, China e India a la cabeza— sufrieron una contracción. Esto guarda importancia para la economía mundial, dado que estas economías generan la mitad de la actividad económica mundial actual.
En mis últimos viajes por el mundo entero —cinco regiones de tres continentes— escuché las mismas preguntas en todos lados: ¿qué está pasando con los mercados emergentes? ¿Es permanente la desaceleración? ¿Pueden incrementar el crecimiento? ¿Cuáles son los riesgos a la baja?
No hay un repunte notable del crecimiento en las economías de mercados emergentes y en desarrollo
Las economías de mercados emergentes y en desarrollo se están estabilizando, pero no esperemos que su tasa de crecimiento retome pronto los altos niveles observados en la última década. De hecho, prevemos un repunte moderado del crecimiento en las economías emergentes y en desarrollo a 5,1% este año, y a 5,4% a mediano plazo.
Una de las principales razones es que varios de los vientos de cola que respaldaron el crecimiento en el pasado se están disipando:
• Estimamos que la tasa de crecimiento de dos dígitos que China ha mantenido durante décadas y que respaldó el crecimiento de sus socios comerciales ha disminuido a un promedio de 7,7% en los dos últimos años.
• Las escaladas de precios de las materias primas, que han beneficiado a los países ricos en recursos naturales, han llegado a su fin.
• Las condiciones de financiamiento históricamente favorables han comenzado a ceder el lugar a tasas de interés mundiales más altas.
• La proporción del comercio internacional dentro del producto total se ha reducido en los dos últimos años, y no hay indicios de una recuperación significativa que le permita retomar la tendencia al alza observada en la última década.
Los cambios estructurales de la economía mundial están afectando de manera fundamental a las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
El reequilibramiento de China, que se está alejando de la inversión, producirá un significativo impacto a largo plazo en muchos países. Consideramos que la desaceleración moderada que está experimentando China es positiva porque los actuales niveles de inversión son insosteniblemente elevados. Las políticas del gobierno están correctamente encaminadas a reducir la proporción de la inversión dentro del PIB en varios puntos porcentuales en los próximos tres a cinco años.
Nuestro análisis sugiere que un recorte de un punto porcentual del crecimiento de la inversión china le restaría entre cinco y nueve décimas de punto porcentual al crecimiento del PIB en la cadena de suministro regional. Esto tendría un impacto significativo en diferentes variables económicas, comerciales y financieras entre los grandes socios comerciales de China y los exportadores de materias primas.
Es probable que los mercados financieros experimenten volatilidad en el futuro inmediato. La principal razón es que una transición ordenada a un mundo en el que los bancos centrales no apliquen políticas no convencionales probablemente enfrente múltiples retos:
• Ajuste ordenado de las expectativas en torno a las tasas de interés a corto plazo
• Normalización gradual de las diferencias de rendimiento de los bonos a largo y corto plazo
• Ajuste fluido de las carteras
• Corrección gradual del apalancamiento excesivo
• Liquidez continua en los mercados
• Afianzamiento del crecimiento económico
La turbulencia que sufrieron los mercados financieros en mayo de 2013, después de que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzó a analizar planes para reducir las compras de bonos del gobierno, es un ejemplo perfecto. En ese momento, las tasas de interés subieron incluso en Europa, a pesar de que no hubo cambios en la salud de sus economías.
Para mantenerse a la par de esta evolución del entorno mundial, las economías de mercados emergentes y en desarrollo tienen que ajustar constantemente sus estructuras económicas y sus políticas económicas.
Un claro ejemplo de lo difícil que puede resultar lograr un crecimiento sólido y continuo es la falta de convergencia de las economías latinoamericanas con las economías avanzadas. Este gráfico muestra que el PIB de este grupo trazó un círculo completo entre 1962 y 2011. Su ingreso per cápita se ha mantenido estancado en comparación con Estados Unidos. Por el contrario, las economías de mercados emergentes de Asia experimentaron una mejora constante del ingreso per cápita relativo, con la destacada excepción del período de crisis de fines de la década de 1990.
Las políticas internas actuales no bastan para lograr la estabilidad financiera en muchas economías que dependen de los flujos de capitales. En varias otras, los balances de las empresas están sobretensionados. La incertidumbre en torno a la forma y la dirección de las políticas y las limitaciones del lado de la oferta, incluidas las deficiencias de infraestructura y de las regulaciones, inhiben una inversión muy necesaria. Las presiones demográficas, generadas entre otras cosas por el envejecimiento de la población y las tensas relaciones industriales, tampoco ayudan.
Cómo pueden hacerlo
Sigue siendo crucial construir una economía sólida, en lugar de inyectar simplemente más estímulo monetario o fiscal. Por ejemplo, Brasil debería asumir como compromiso la meta de larga data de alcanzar un superávit primario. India necesita reiniciar el proceso de reducción de la deuda y los déficits públicos y la reforma del lado de la oferta para hacer bajar la inflación y alcanzar un crecimiento vigoroso. Indonesia debería reafirmar el papel clave de la política monetaria para establecer un ancla nominal. Turquía debería incrementar la tasa de ahorro.
Para lograr un crecimiento sólido y sostenible es necesario, pero no suficiente, realizar una mejor gestión de la demanda. Los gobiernos también tienen que asegurar un fuerte aumento de la productividad, entre otras cosas promoviendo un ambiente propicio para la innovación.
Aunque no hay una fórmula universal para incrementar la productividad, nuestro análisis sugiere que los países deberían calibrar sus reformas en función de su etapa de desarrollo. Por ejemplo, en los países de ingreso mediano alto, esto requeriría perfeccionar las aptitudes de la fuerza laboral e invertir en investigación y desarrollo. En los países de ingreso mediano bajo, la prioridad sería despejar los estrangulamientos en la infraestructura y reducir las barreras a la inversión extranjera directa. En los países de bajo ingreso, se podría centrar la atención en fortalecer las instituciones económicas necesarias para la actividad económica de mercado, aprovechar más la agricultura y mejorar la enseñanza básica y la infraestructura.
Las autoridades deben comprender de qué manera las políticas de una parte del mundo afectan a todas las demás, ya que esto influirá en sus decisiones y acciones, cualquiera sea el país en el que viven.
Para facilitarlo, hemos puestos de relieve los principales efectos de contagio en nuestros informes.
Eso significa también que la coordinación de las políticas es crítica en el mundo hiperconectado de hoy. El estímulo fiscal internacional lanzado cuando estalló la crisis financiera mundial constituye un ejemplo importante. La necesidad de coordinación en el ámbito de la resolución transfronteriza de los bancos en vías de quiebra o con problemas es otro ejemplo. Siempre que podemos alentamos este tipo de coordinación.
El repunte moderado del crecimiento mundial no debería llevar a la autocomplacencia. Posiblemente no volvamos a las buenas épocas de antaño. Es justo señalar que varias economías de mercados emergentes y en desarrollo han implementado buenas políticas tras la turbulencia del pasado mes de mayo. Sin embargo, dada la larga y difícil lista de políticas necesarias para lograr un crecimiento sólido y sostenido, todo titubeo en implementarlas les complicará la vida a las economías emergentes en el futuro.