Tras la crisis financiera mundial, se recurrió activamente a las políticas monetaria y fiscal para contrarrestar los efectos de dicha crisis en la actividad económica. Las autoridades se valen de una serie de indicadores que les ayudan a evaluar el nivel de actividad en la economía en relación con su capacidad productiva.
Pero tratar de dilucidar la situación de la economía en tiempo real suele ser una tarea muy complicada. En el caso de Brasil en 2011, por ejemplo, las autoridades estimaron en tiempo real que el nivel del producto de la economía era coherente con su capacidad productiva. Pero con el correr del tiempo la evaluación de la posición cíclica de la economía brasileña se alteró drásticamente. No solo que estaba operando a plena capacidad sino que estaba sobrecalentándose. La economía en realidad estaba soportando presiones inflacionarias que exigían un endurecimiento de la política económica para retornar a un nivel acorde con la meta del banco central.
El fenómeno llama la atención, pero no se ha registrado solo en Brasil. En un estudio reciente analizamos las consecuencias de determinar la política monetaria en tiempo real en un amplio conjunto de países, incluidas cinco economías latinoamericanas. La brecha del producto: Importante pero impredecible Imaginemos una economía que está operando a plena capacidad productiva y con un nivel sostenible de empleo compatible con una inflación baja y estable. Es decir, todo está en perfecto equilibrio, desde el punto de vista económico. Para los economistas, lo que una economía puede producir en este estado es el producto potencial.
Como no es una variable directamente observable, el producto potencial es difícil de medir. No obstante, es útil estimarlo porque sirve como parámetro de referencia frente al estado verdadero de la economía. Esta diferencia entre el producto efectivo y el producto potencial es un factor crucial en macroeconomía. Si la actividad económica efectiva está por debajo de lo que la economía puede producir a plena capacidad, lo normal sería adoptar políticas de estímulo (como reducir las tasas de interés) para que la economía retorne al nivel potencial. Y a la inversa, si la actividad efectiva estuviera por encima del producto potencial, lo indicado sería recurrir a políticas más restrictivas, para reducir los riesgos de sobrecalentamiento que podrían desembocar en una desaceleración repentina y pronunciada.
Un indicador común del nivel efectivo frente al potencial es la brecha del producto, que es el producto interno bruto en relación con su nivel potencial en condiciones de plena capacidad productiva. Por lo tanto, una brecha del producto positiva significa que el producto interno bruto está por encima del potencial, mientras que una brecha negativa denota capacidad ociosa. Los economistas por lo general revisan sus estimaciones de la brecha del producto a la luz de datos nuevos, de manera que la brecha de un año determinado puede variar después de su estimación inicial. Esto tiene implicaciones importantes a la hora de determinar la política.
Cuando se examinan las revisiones de las estimaciones iniciales de la brecha del producto, se pone de manifiesto la magnitud de la incertidumbre a la que está expuesta el producto:
- En comparación con las estimaciones iniciales, casi un tercio de las evaluaciones del producto en relación con su nivel potencial arrojan una conclusión opuesta a la que se obtiene cuando se utiliza información posterior. • En tiempo real, los economistas tienden a pensar que las desaceleraciones son de carácter temporal, pero a menudo son más duraderas, lo cual se constata solo después. Por lo tanto, la capacidad productiva potencial de una economía tiende a sobreestimarse repetidamente.
- Las estimaciones de las brechas del producto son menos fiables en los años de recesión, precisamente cuando más se las necesita para adoptar políticas contracíclicas sólidas.
- Solo una proporción reducida de la variación de las revisiones de la brecha del producto es predecible, por lo cual a las autoridades les es difícil adaptarse a esta incertidumbre cuando las políticas ya han sido fijadas. Relajar o ajustar, ese es el dilema La mayoría de los bancos centrales fijan la política monetaria en función de la información de la que disponen en ese momento sobre la situación de la economía con respecto al producto potencial y las perspectivas de la inflación. Si la expectativa es que la inflación se situará por debajo de la meta, las autoridades pueden reducir las tasas de interés para estimular el crecimiento y reactivar la inflación; y pueden hacer lo contrario para evitar el sobrecalentamiento y contener las expectativas inflacionarias en alza. Por lo tanto, a la hora de formular la política monetaria, es esencial que los bancos centrales sepan cuál es la situación de la actividad económica con respecto a su nivel potencial, sobre todo cuando se ha fijado una meta de inflación. Brasil, Chile, Colombia, México y Perú tienen regímenes de metas de inflación, y por eso los usamos como estudios de casos.
- En primer lugar, observamos que si se usan estimaciones revisadas de la brecha del producto para emular las funciones de respuesta monetaria de los bancos centrales, las tasas de interés que fijan los bancos centrales resultan ser muy diferentes de las fijadas en tiempo real.
- En segundo lugar, estas revisiones de la brecha del producto explican casi la mitad de las desviaciones entre el nivel efectivo de inflación y la meta fijada por el banco central. Esto hace pensar que las revisiones de la brecha del producto aportan nueva información no considerada en las decisiones de política. Esto ocurre, al menos en parte, porque es difícil distinguir en tiempo real si las fluctuaciones de la actividad económica son cíclicas o si son el inicio de un cambio de la tendencia.
Los resultados ponen de manifiesto los desafíos a los que se enfrentan las autoridades cuando usan reglas de política que dependen de una evaluación de la posición cíclica de la economía para fijar el nivel de las tasas de interés. Si bien consultan un conjunto amplio de indicadores, a las autoridades les sigue siendo difícil distinguir entre fluctuaciones cíclicas y cambios en la tasa tendencial de crecimiento.
De ahí que haya casos en que la política probablemente habría sido diferente si al momento de fijarla las autoridades hubieran sabido lo que saben ahora. En adelante, la política no debería atribuir tan rápidamente todas las variaciones de la actividad económica a fluctuaciones a corto plazo; los movimientos de la tasa tendencial de de crecimiento son habituales y las autoridades tiene que adaptarse a ellos más rápidamente. También es necesario mejorar los métodos que se utilizan para evaluar en tiempo real el producto en relación con el potencial productivo. Estas medidas ayudarían a aclarar un aspecto de la formulación de la política económica que se asemeja a buscar a tientas el interruptor de la luz en una habitación a oscuras.