(Versión en English)
La estabilidad financiera mundial en la actualidad no está garantizada y persisten los riesgos a la baja. Recomendamos un urgente refuerzo de las políticas, para evitar los riesgos a la baja y para lograr nuestro escenario al alza consistente en una “normalización satisfactoria” de las condiciones monetarias y financieras. Esto afianzará la estabilidad financiera y la recuperación económica.
Primero, veamos nuestra evaluación general sobre la estabilidad financiera. ¿Cómo ha evolucionado desde nuestro Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR, por sus siglas en inglés) publicado en abril? Hay buenas noticias. La estabilidad financiera se ha afianzado en las economías avanzadas, conforme se ha ampliado y consolidado la recuperación económica. La reserva Federal ha indicado que el despegue de la política monetaria se aproxima en Estados Unidos ya que las precondiciones económicas están prácticamente dadas. En la zona del euro, las políticas del Banco Central Europeo han surtido efecto y las condiciones de crédito están mejorando.
Sin embargo, como se advierte tanto en el presente informe como en el de abril de 2015, los riesgos se han desplazado hacia los mercados emergentes. Aunque muchos de estos países han reforzado los marcos de sus políticas y la resiliencia a los shocks externos, varios afrontan desequilibrios internos. El crecimiento está desacelerándose por quinto año consecutivo, ya que el superciclo de las materias primas y los auges crediticios sin precedentes han llegado a su fin. Esto reviste especial interés en vista de la importante proporción de economías emergentes en la economía mundial, y la función que cumplen los mercados mundiales en la transmisión de shocks a otros mercados emergentes y efectos de contagio a las economías avanzadas, como lo evidenció la turbulencia financiera a mediados de este año.
Las autoridades se enfrentan a tres retos interrelacionados
El primer reto es el de las vulnerabilidades en los mercados emergentes. Los balances de los bancos están bajo presión en la actualidad: estimamos que en los mercados emergentes hay un sobreendeudamiento de hasta US$3 billones. El aumento del apalancamiento del sector privado y la mayor exposición a las condiciones financieras mundiales han dejado a las empresas más susceptibles a las desaceleraciones económicas, y a los mercados emergentes más vulnerables a las salidas de capitales y al deterioro de la calidad del crédito. China, en particular, tiene por delante el delicado equilibrio de pasar a un crecimiento más alimentado por el consumo sin que la actividad se desacelere demasiado, mientras al mismo tiempo reduce los altos niveles de deuda mediante un desapalancamiento ordenado y avanza hacia un sistema basado más en el mercado. Todo esto representa un arduo conjunto de objetivos.
En segundo lugar, es necesario resolver los legados de la crisis en las economías avanzadas para poder consolidar la estabilidad financiera y reducir los obstáculos al crecimiento. En la zona del euro, sigue siendo crítico abordar las vulnerabilidades de los sectores soberano y bancario, así como subsanar las deficiencias en la arquitectura financiera. En Estados Unidos, el inicio del proceso tan anunciado, aunque sin precedentes, de elevar las tasas de interés por primera vez en nueve años supondrá una transición importante para los mercados mundiales.
El tercer desafío es la forma en que los mercados financieros mundiales responden cuando están bajo presión. Hemos visto que los mercados pueden amplificar los shocks y actuar como fuente de volatilidad y contagio cuando la liquidez del mercado es escasa. De hecho, este informe llega a la conclusión de que la liquidez del mercado ha perdido resiliencia.
Esto reviste aún más importancia en vista de las políticas monetarias extraordinariamente acomodaticias que han contribuido a comprimir las primas de riesgo en toda una gama de mercados de activos. Es más, las primas de riesgo podrían descomprimirse de una forma desordenada y causar un círculo vicioso de ventas forzadas, rescates y más volatilidad.
El apalancamiento en los fondos de inversión también tiene el potencial de amplificar los shocks. Según nuestro análisis, en los fondos de bonos está integrado un apalancamiento de US$1,5 billones a través de instrumentos derivados.
Estos diversos desafíos exigen un refuerzo urgente de las políticas. Lo que nos interesa lograr es una normalización satisfactoria de las condiciones financieras y las políticas monetarias, junto con una recuperación económica sostenida. Pero los desaciertos en la aplicación de políticas y los shocks adversos podrían desembocar en una prolongada turbulencia financiera en los mercados mundiales que a la larga frenaría la recuperación económica, y daría lugar a lo que llamo una “normalización fallida”. La diferencia entre estos dos escenarios es muy marcada, y representa casi un 3% del producto mundial en 2017.
¿Cuáles son las políticas que se necesitan urgentemente?
Las políticas monetarias en las principales economías avanzadas deben seguir siendo acomodaticias y ofrecer capacidad de respuesta. Tanto la zona del euro como Japón tendrán que seguir contrarrestando las presiones a la baja sobre los precios. A la luz de la mayor incertidumbre en la economía mundial, Estados Unidos debería esperar para elevar las tasas de interés hasta que se detecten señales adicionales de un aumento sostenido de la inflación, con solidez constante en el mercado laboral. El ritmo de los subsiguientes incrementos de tasas de política monetaria debería ser gradual y comunicarse correctamente.
Las autoridades de la zona del euro no pueden apoyarse exclusivamente en el Banco Central Europeo, sino que tienen que procurar concretar la unión bancaria para que la estabilidad financiera se asiente sobre terreno más firme. También es necesario impulsar la unión de mercados de capital. El mayor fortalecimiento de los bancos de la zona del euro mediante una resolución integral del problema de los préstamos en mora y del sobreendeudamiento empresarial hará más eficaz la política monetaria, apuntalará la confianza del mercado y mejorará las perspectivas. La resolución del problema de los préstamos en mora de los bancos de la zona del euro podría aportar una nueva capacidad de préstamo equivalente a aproximadamente 3% de los préstamos, es decir, alrededor de €600.000 millones.
El reequilibrio y el desapalancamiento en China requerirán sumo cuidado. Las autoridades chinas enfrentan desafíos de política sin precedentes para lograr la transición a un nuevo modelo de crecimiento y a un sistema financiero basado más en el mercado. El desapalancamiento del sector empresarial y la mejora de la disciplina de mercado conllevarán ineludiblemente algunos incumplimientos empresariales, liquidaciones de empresas inviables y cancelaciones contables de préstamos en mora, lo cual exigirá un mayor fortalecimiento de los bancos. Sin embargo, a la larga actuar con firmeza será menos costoso que tratar que el crecimiento por sí solo resuelva el problema.
Será fundamental desarrollar resiliencia y preservar la confianza en los mercados emergentes. Estos mercados tienen que anticiparse al ciclo de crédito. En vista de la desaceleración del crecimiento y el aumento del apalancamiento de las empresas, es necesario prestar atención inmediata de tipo prudencial para garantizar la resiliencia de las empresas y los bancos. Además, es crucial mantener la calificación soberana de grado de inversión utilizando medidas adecuadas. El control de cualquier brote de contagio financiero exigirá un uso ágil y acertado de los márgenes de maniobra disponibles para la aplicación de políticas.
Protegerse de la iliquidez del mercado y reforzar las estructuras del mercado financiero son tareas prioritarias. Debe reforzarse la vigilancia de la liquidez en el sector de la gestión de activos para evitar el riesgo de ventas forzadas y rescates apresurados.
Se necesita con urgencia actuar en forma colectiva para lograr un refuerzo de las políticas que permita hacer frente a los retos crecientes en un mundo caracterizado por la incertidumbre, garantizar la estabilidad financiera y mejorar las perspectivas de crecimiento. Lo que está en juego es un 3% del producto mundial.