Por TengTeng Xu, Kun Hu, and Udaibir S. Das
La crisis financiera mundial de 2007–09 y el período subsiguiente de bajas tasas de interés han suscitado un nuevo interés entre las autoridades económicas sobre la relación entre la rentabilidad de los bancos y la estabilidad financiera. Pese a la recuperación posterior, el rendimiento del capital de muchos bancos sigue siendo inferior a su costo. Las valoraciones del mercado se mantienen por debajo del valor de balance de los bancos, lo que indica que el mercado no es optimista respecto a la capacidad de los bancos para resolver los problemas de rentabilidad.
En un reciente documento de trabajo del FMI, estudiamos cómo afecta la rentabilidad de los bancos a la estabilidad financiera, tanto desde una perspectiva teórica como empírica. Desarrollamos un modelo teórico sobre la relación entre la rentabilidad de los bancos y la estabilidad financiera en el que exploramos el papel de los ingresos no derivados de intereses y de los modelos de negocio minorista. A continuación, analizamos los datos de 431 bancos cotizados en bolsa y examinamos los factores determinantes de los riesgos bancarios y de la rentabilidad de los bancos, así como la forma en que el nivel y la fuente de dicha rentabilidad afectan a los riesgos. En este sentido, no solo analizamos la relación entre el nivel de rentabilidad de los bancos y la sostenibilidad financiera, sino también la cuestión más profunda de cómo la fuente de la rentabilidad de los bancos afecta a la estabilidad financiera.
En este estudio se incluyeron todos los bancos del mundo que tienen importancia sistémica global, así como todos los bancos públicos de Estados Unidos y de los países desarrollados de Europa. El período de la muestra se extiende de 2004 a 2017.
Encontramos pruebas de que una rentabilidad mayor está asociada a riesgos menores, no solo a nivel de institución individual, sino también a nivel del sistema, medido en términos de la contribución a los riesgos sistémicos.
La alta rentabilidad disminuye el riesgo de dos maneras. La rentabilidad suele generar reservas frente a shocks negativos. Y las perspectivas de rentabilidad futura frenan el comportamiento de asunción de riesgos de los bancos, ya que tienen más “dinero en juego”.
Si bien el nivel de rentabilidad bancaria es importante para la estabilidad financiera, la fuente de dicha rentabilidad tiene gran importancia.
En el contexto de bajas tasas de interés que siguió a la crisis financiera mundial, los bancos buscaron diversificar mediante fuentes de ingresos no derivados de intereses. La mayor dependencia de este tipo de ingreso suele estar asociada con mayores riesgos para los bancos, tanto a nivel de entidad como en términos de contribución al riesgo sistémico.
El nivel del aumento del riesgo depende del modelo de negocio del banco. Si bien las actividades de ingresos no derivados de intereses pueden ofrecer cierta diversificación de rentabilidad a los bancos minoristas con una relación préstamo/activo relativamente alta, una excesiva dependencia de estos ingresos podría implicar un aumento de riesgos.
No obstante, no todos los tipos de actividades de ingresos no derivados de intereses generan el mismo nivel de riesgo. Los bancos minoristas se inclinarían más por elegir este tipo de actividades orientadas a clientes minoristas, ya que son complementarias a su base de créditos. Algunos ejemplos de ingresos no derivados de intereses orientados a clientes minoristas serían los cargos por servicios de pago (como los cargos por tarjetas de crédito) y las comisiones por seguros. Estas actividades suelen ofrecer una rentabilidad estable y las ventajas de la diversificación.
En cambio, los bancos que no están tan orientados al público minorista pueden obtener un porcentaje relativamente alto de ingresos no derivados de intereses a través de sus actividades de mercado, como son los servicios de emisión, de creación de mercado, de negociación y de banca de inversiones. Estas actividades suelen generar ingresos más volátiles y procíclicos y están asociadas con mayores riesgos, tanto para las instituciones individuales como para el sistema financiero.
De forma similar, otras características de los modelos de negocio mayorista, que incluyen un alto nivel de apalancamiento y la dependencia de fuentes de financiamiento mayoristas, también se asocian con riesgos más altos.
Asimismo, existe una relación estrecha entre la competencia y la estabilidad financiera. Los bancos con mayor poder de mercado, medido por el índice de Lerner que mide su capacidad de aumentar los precios, suelen asociarse con riesgos menores a escala individual pero con una contribución mayor al riesgo sistémico. Aunque la capacidad de aumentar los precios beneficia al banco individual, podría aumentar los riesgos a nivel sistémico debido al poder de mercado excesivo de algunos bancos. Esta conclusión es especialmente relevante dado que tras la crisis financiera mundial aumentó la consolidación bancaria.
¿Qué implicaciones tiene para las autoridades económicas?
En primer lugar, los resultados subrayan la necesidad de realizar una distinción mayor entre los distintos tipos de ingresos no derivados de intereses, en la que se reconozca que las actividades de mercado para la obtención de estos tipos de ingresos implican más riesgos que las actividades minoristas.
En segundo lugar, es importante tener en cuenta los efectos de la consolidación bancaria sobre la competencia y el riesgo sistémico. Las autoridades económicas deben lograr un equilibrio entre la consolidación para el ahorro de costos y un entorno bancario competitivo. Una estrategia para fomentar la competencia es permitir la entrada de nuevas empresas en el sector financiero en lugar de imponer excesivos obstáculos internos y externos a dicha entrada.
En tercer lugar, estos resultados muestran la necesidad de evaluar la fuente y la sostenibilidad de la rentabilidad bancaria, en especial, cuando existe una dependencia excesiva de los ingresos no derivados de intereses, del financiamiento mayorista y del apalancamiento. Una mayor atención a estas cuestiones permitiría a las autoridades económicas diseñar y calibrar mejor las pruebas de tensión y los análisis de riesgos sistémicos.