Typical street scene in Santa Ana, El Salvador. (Photo: iStock)

Hacer frente a una nueva realidad

13 de abril de 2016

  • Los coeficientes de deuda púbica han empeorado en casi todos los países y las finanzas públicas se han vuelto más vulnerables
  • Los países tienen que adaptarse, pero el mismo modelo no sirve para todos los casos
  • La política fiscal debe ser favorable al crecimiento, y la atención debe centrarse en medidas que promuevan el crecimiento tanto a corto como a mediano plazo

En medio de una recuperación económica mundial frágil y desigual, se necesita una respuesta integral de políticas para reducir las vulnerabilidades y mejorar las perspectivas de crecimiento, señaló hoy el FMI en la edición más reciente del informe Monitor Fiscal.

La mayor refinería de petróleo de Arabia Saudita en Ras-Tanura: Debido a la caída de los precios de las materias primas, los ingresos están disminuyendo en muchos países, y los productores de petróleo están entre los más afectados (foto: Jacques Langevin/Sygma/Corbis)

La mayor refinería de petróleo de Arabia Saudita en Ras-Tanura: Debido a la caída de los precios de las materias primas, los ingresos están disminuyendo en muchos países, y los productores de petróleo están entre los más afectados (foto: Jacques Langevin/Sygma/Corbis)

MONITOR FISCAL DE ABRIL DE 2016

En la edición de abril de 2016 del informe Monitor Fiscal se examina la forma en que los países pueden responder al fuerte deterioro que han sufrido las posiciones fiscales en el último año.

Los coeficientes de deuda pública han sido revisados al alza en la mayoría de países. Las revisiones más fuertes corresponden a las economías de mercados emergentes y de ingreso mediano, cuyos coeficientes de déficit fiscal para el período 2015–16 ahora se prevé que superarán los niveles registrados a principios de la crisis financiera mundial.

Las principales fuerzas detrás de estos mayores déficits presupuestarios y del aumento de los coeficientes de endeudamiento son los ajustes que están en curso en la economía mundial. Entre estas prolongadas transformaciones están la persistente debilidad de la actividad económica mundial, el descenso de los precios de las materias primas, la desaceleración del comercio y condiciones financieras más restrictivas en las economías emergentes y en desarrollo.

“Todos los países tienen que adaptarse a estas nuevas realidades, pero no se debe aplicar el mismo modelo en todos los casos”, explicó Vitor Gaspar, Director del Departamento de Finanzas Públicas del FMI. La respuesta adecuada en materia de políticas varía según el país y depende de la naturaleza del desafío fiscal que se esté afrontando. En el informe se describen los tres desafíos principales.

Economías avanzadas: Evitar la trampa deflacionaria

Las economías avanzadas están enfrentando una amenaza triple de crecimiento bajo, inflación baja y niveles elevados de deuda pública. Esta combinación de factores podría dar lugar a espirales de descenso de la actividad económica y los precios —que provocarían aumentos de las relaciones deuda/PIB—, y a nuevos y contraproducentes intentos por reducir la deuda. Para evitar caer en esta trampa deflacionaria, los países deberían realizar más esfuerzos para apuntalar la demanda interna, y en este sentido la política fiscal puede desempeñar un papel importante. Esto es especialmente cierto en países en donde las tasas de interés ya están en niveles cercanos a cero, y donde por lo tanto no cabe esperar que la política monetaria pueda dar un gran impulso a la actividad.

La atención debe centrarse en medidas fiscales que promuevan el crecimiento tanto a corto como a mediano plazo (tales como la inversión en infraestructura) y en políticas que apuntalen la implementación de reformas estructurales. En países donde no es posible aplazar la consolidación fiscal, su ritmo y composición deben calibrarse de modo de reducir los efectos negativos que puedan tener sobre la actividad económica a corto plazo. Si ocurre una fuerte caída del crecimiento mundial, será necesario responder con políticas multilaterales ágiles y enérgicas tanto desde la demanda como desde la oferta en las economías más grandes. En tal caso, los países deberían coordinar el conjunto de políticas de respuesta para generar efectos de contagio positivos.

Exportadores de materias primas: Abordar los persistentes déficits de ingreso

Entre 2014 y 2016, alrededor de dos tercios de todos los países del mundo experimentaron reducciones de sus relaciones ingreso/PIB. Las disminuciones fueron muy acusadas en los países exportadores de materias primas, y sobre todo en los productores de petróleo, en donde los déficits de ingreso equivalieron en promedio a 7% del PIB. Como los precios de las materias primas probablemente permanezcan en niveles bajos por algún tiempo, los productores no tienen más alternativa que recortar el gasto público y alinearlo con el nivel más bajo de ingresos. Sin embargo, este inevitable ajuste puede ser menos doloroso si se encuentran nuevas fuentes de ingreso y si se recorta el gasto innecesario y mal focalizado, por ejemplo, reformando los subsidios a los combustibles.

Países de bajo ingreso: Alcanzar los objetivos de desarrollo

En casi la mitad de los países de bajo ingreso el coeficiente tributario, o presión fiscal, es inferior a 15% del PIB. La movilización de ingresos deficiente es un grave obstáculo para el desarrollo económico, no solo porque limita la capacidad para financiar el gasto a favor del crecimiento (salud, educación, infraestructura), sino porque una presión fiscal baja suele estar vinculada a una falta de capacidad institucional. Por lo tanto, la movilización adecuada de ingreso es un componente clave de las estrategias de crecimiento y desarrollo de los países de bajo ingreso. Si se combina con mejoras en la eficiencia del gasto, una mejor movilización de ingresos puede facilitar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Prepararse para el mediano plazo

Aparte de las respuestas de política inmediatas a escala de cada país, todos los países tienen que ir en busca de dos objetivos principales a mediano plazo. En primer lugar, en un entorno con riesgos, un objetivo fundamental de la política fiscal es reforzar la capacidad de resistencia de las finanzas públicas. Concretamente, los países tienen que mejorar la forma en que divulgan y gestionan los riesgos fiscales (como las garantías de préstamo proporcionadas por el gobierno). La presentación de informes exhaustivos y oportunos sobre el estado de las finanzas públicas puede ayudar a responsabilizar a las autoridades y a generar apoyo a favor de políticas fiscales prudentes. Los países también deberían tomar medidas concretas para mitigar los riesgos que hayan detectado. Hoy por hoy, son muy pocos los países que han elaborado estrategias de gestión de riesgo con el doble objetivo de reducir la probabilidad de que los riesgos se materialicen y constituir reservas para ayudar a absorber los riesgos que se hayan materializado.

En segundo lugar, es necesario potenciar el crecimiento en todos los países. En las economías avanzadas, un aumento sostenido del crecimiento de 1 punto porcentual podría llevar los coeficientes de deuda a los niveles que tenían antes de la crisis en un lapso de diez años. En los países de economías emergentes y en desarrollo, el crecimiento vigoroso también es necesario para elevar los niveles de vida y financiar las estrategias de desarrollo. El análisis en el capítulo 2 del informe Monitor Fiscal demuestra que ciertas medidas fiscales, como los créditos tributarios bien focalizados para actividades de investigación y desarrollo, son herramientas muy poderosas para fomentar la innovación, la productividad y el crecimiento.

En resumen, los países se enfrentan a enormes desafíos para restablecer el crecimiento vigoroso y la salud y resistencia de las finanzas públicas. Pero las autoridades económicas, tanto a escala individual como colectiva, siguen teniendo a su disposición herramientas de política adecuadas para abordar estos desafíos y para adaptarse a las nuevas realidades, concluye el informe.