Consulta del Artículo IV con la zona del euro correspondiente a 2012 Declaración final de la misión del FMI

21 de junio de 2012

Aquí figuran las conclusiones preliminares formuladas por el personal del FMI al final de ciertas misiones (visitas oficiales, en la mayoría de los casos a países miembros). Las misiones se realizan como parte de consultas periódicas (por lo general anuales) dentro del marco del Artículo IV del Convenio Constitutivo del FMI, ante una solicitud de utilización de los recursos de la institución (es decir, un préstamo del FMI), como parte de las conversaciones sobre programas supervisados por el personal, o como componente de otros estudios de la situación económica que lleva a cabo el personal.

21 de junio de 2012

Consolidar la Unión para superar la crisis

La crisis de la zona euro ha alcanzado una etapa crítica. Pese a las extraordinarias medidas de política adoptadas, los mercados bancarios y de las entidades soberanas en muchas partes de la zona del euro siguen soportando una fuerte tensión, lo cual plantea interrogantes acerca de la viabilidad de la unión monetaria. Para frenar el deterioro de la confianza que aqueja a la región se necesita un impulso decidido y enérgico hacia una mayor consolidación de la Unión Económica y Monetaria (UEM); en particular, una unión bancaria y una mayor integración en el ámbito fiscal. Estas medidas deberían estar respaldadas por amplias reformas estructurales en toda la zona del euro para promover el crecimiento, mientras que el apoyo a la demanda debería mantenerse a corto plazo para amortiguar el impacto que tendrán en la región las medidas de ajuste.

1. El entorno financiero y económico continúa deteriorándose. Los inversores no están concediendo financiación a los estados miembros que más lo necesitan, están trasladando capital a refugios seguros y están elevando las primas de riesgo a niveles sin precedentes. La demanda está debilitándose y el desempleo está en aumento en toda la zona del euro. El menor crecimiento y la mayor tensión en los mercados están agravando las dificultades que supone la reducción de la carga de la deuda. El riesgo de estancamiento y de que el crecimiento potencial sufra un daño a largo plazo aumentará a medida que los trabajadores desempleados vean como se deterioran sus aptitudes y que los nuevos trabajadores encuentren obstáculos para ingresar en la fuerza laboral activa.

2. Se han tomado medidas importantes. El Banco Central Europeo (BCE) redujo las tasas de política monetaria y efectuó intervenciones especiales de liquidez para aliviar las presiones inmediatas de financiación de los bancos y evitar un empeoramiento más rápido de la crisis. El mayor cortafuegos europeo y mundial proporcionará un colchón de liquidez más grande a las entidades soberanas, mientras que la reforma en curso de la gestión de gobierno fiscal, en especial la adopción del Pacto Fiscal, ayudará a consolidar la disciplina presupuestaria. Los gobiernos nacionales también han emprendido un esfuerzo de consolidación fiscal y han reafirmado su compromiso con la sostenibilidad de la deuda y las metas de déficits.

3. Pero la crisis ahora exige un esfuerzo más fuerte y mancomunado. Las espirales descendientes entre las entidades soberanas, los bancos y la economía real son más intensas que nunca. A medida que han aumentado las preocupaciones acerca de la solvencia de los bancos —debido a las fuertes exposiciones de las entidades soberanas y las débiles perspectivas de crecimiento en muchas partes de la zona del euro— ha disminuido la eficacia de las operaciones de liquidez. Por su parte, las entidades soberanas están luchando para apoyar con sus propios medios a los bancos débiles. Al no existir mecanismos colectivos para romper estos círculos viciosos, la crisis se ha propagado a todos los países de la zona del euro. El contagio derivado de un recrudecimiento de la crisis —incluida la fuerte tensión en los mercados de financiación y tensiones en los bancos de importancia sistémica— tendría dimensiones mundiales. Y los efectos de contagio a los países vecinos de la Unión Europea serían particularmente fuertes. Se necesita una respuesta mancomunada más decidida y enérgica.

Consolidar la UEM: Unión bancaria y fiscal para apoyar la integración

4. Un compromiso sólido para formar una unión monetaria robusta y plena ayudaría a restablecer la confianza en la viabilidad del UEM. Este compromiso debe abarcar una ruta creíble hacia una unión bancaria y una mayor integración fiscal, con una mejor gestión de gobierno y una mayor distribución de los riesgos. Sin embargo, el logro de esta meta tomará tiempo y por lo tanto exige un plazo claro, con acciones intermedias concretas que establezcan puntos de referencia y anclen las expectativas públicas.

5. La prioridad inmediata consiste en tomar medidas específicas para formar una unión bancaria para la zona del euro. El marco de la UE propuesto para un proceso armonizado de resolución de los bancos nacionales es un primer paso necesario. Pero las medidas tienen que ser de más alcance. Es necesario establecer un mecanismo de garantía de depósitos a escala regional para ayudar a romper los vínculos entre los bancos internos y sus entidades soberanas, y para apuntalar la confianza de los depositantes. También se necesita una autoridad común de resolución bancaria, que debería estar respaldada por un fondo común de resolución para garantizar la distribución de la carga y limitar los costos fiscales. Estos esfuerzos deberían estar respaldados por un marco de supervisión y un régimen macroprudencial comunes para impedir una mayor fragmentación financiera. La unión bancaria es conveniente a nivel de la UE-27, pero es crítica a nivel de los 17 países de la zona del euro.

6. Una mayor integración fiscal, con una distribución de los riesgos apoyada por una gestión de gobierno más sólida, puede reducir la tendencia de que los shocks económicos en un país representen un peligro para toda la zona del euro. En definitiva, esto podría suponer contar con un monto suficiente de recursos en el centro, dotado de mecanismos de control y supervisión adecuados y democráticos, para ayudar a solventar los déficits presupuestarios a nivel nacional. Llegar a este punto tomará tiempo. Pero el proceso puede empezar con un compromiso para entablar un diálogo amplio sobre la forma en que incidiría una unión fiscal más completa en la soberanía de los estados miembros y en la rendición de cuentas a la que estaría sometido el centro. El compromiso debería comprender un cronograma de análisis, decisión e implementación.

7. La introducción de una forma limitada de deuda común, con las debidas salvaguardas de gobierno, puede constituir un paso intermedio hacia la integración fiscal y la distribución del riesgo. Estos títulos de deuda inicialmente podrían estar limitados a plazos más cortos y volúmenes más reducidos, y supeditados a un control más centralizado (por ejemplo, solo países que cumplen sus compromisos de política; poderes de veto con respecto a los déficits nacionales; compromisos relativos a los ingresos tributarios nacionales). Por ejemplo, la financiación mediante bonos o letras comunes podría usarse para establecer los mecanismos de apoyo financiero para los marcos comunes de la unión bancaria.

Reactivar el crecimiento: Ajuste a largo plazo

8. Para reactivar el crecimiento en toda la unión es necesario resolver las rigideces estructurales de larga data a fin de mejorar las perspectivas de crecimiento a largo plazo. En muchos países es necesario reformar el mercado laboral para ampliar la participación y corregir las disparidades en términos de protección que condenan a los “trabajadores nuevos” (generalmente los jóvenes) a empleos temporales y con sueldos bajos. Los países del sur de Europa tienen que mejorar la competitividad en el sector de los bienes transables. Además, la inversión centrada en la infraestructura y el capital humano fomentará el crecimiento y el empleo. En los países del norte de Europa, las reformas del mercado de productos ayudarían a generar un sector de servicios más dinámico y a elevar la productividad en general.

9. Las políticas también deberían centrarse en mejorar la competitividad, en particular dentro de la zona del euro. Se ha determinado que el euro se mantiene en general en un nivel compatible con los fundamentos económicos, pero aún deben resolverse importantes deficiencias de competitividad entre los países.

  • Las reformas del sector de servicios en las economías que tienen superávits podrían mejorar el ingreso disponible y generar una mayor demanda externa, incluso en las economías deficitarias.
  • La reducción de los costos unitarios de la mano de obra en el sector de los bienes transables es esencial para los países deficitarios. Esto implica reformas a favor de la productividad (por ejemplo, reducir los obstáculos de entrada al mercado, facilitar la expansión de las pequeñas empresas en mercados extranjeros) y medidas en los mercados laborales que garanticen que la evolución de los salarios nominales esté alineada con el crecimiento de la productividad.
  • Para promover el ajuste de los precios relativos entre las economías del norte y el sur del continente, la política monetaria debería garantizar que la inflación general no descienda mucho más allá del 2% para la zona del euro en su conjunto, y a la vez debería permitir mayores diferenciales de inflación entre las economías del norte y el sur.

Apoyar el crecimiento: Medidas a corto plazo

10. Dado que las reformas estructurales demorarán en generar crecimiento, es necesario apoyar la demanda agregada a corto plazo.

  • La política monetaria no puede proporcionar una solución duradera a la crisis subyacente. Pero como se prevé que las presiones inflacionarias disminuirán considerablemente, el BCE dispone de margen de maniobra, si bien limitado, para relajar las tasas de política monetaria y enviar una señal de compromiso con una orientación más acomodaticia por un período prolongado. El BCE asimismo tiene que cerciorarse de que su apoyo monetario sea eficaz en toda la región y debe seguir proporcionando amplio apoyo de liquidez a los bancos con condiciones suficientemente flexibles. De ser necesario, deberían emplearse medidas no convencionales. Esto significa considerar medidas inusuales, como la reactivación del Programa para los Mercados de Valores (SMP), operaciones de financiación a plazo más largo (LTRO) adicionales con requisitos adecuados de garantía o la introducción del algún tipo expansión cuantitativa.
  • La consolidación fiscal debe proceder de manera decidida y creíble en los casos en que la presión del mercado sea intensa, pero de forma más gradual en otros casos para ayudar a estimular la demanda en la región. A tales efectos, es importante concentrarse en metas fiscales expresadas en términos estructurales, no nominales, y enmarcar dichas metas en planes plurianuales completamente especificados. En este contexto, resulta esencial la implementación flexible del actual marco fiscal.
  • La recapitalización de los bancos débiles —incluso con apoyo directo de recursos provenientes del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (FEEF/MEDE)— ayudará a romper los círculos viciosos entre las tensiones de las entidades soberanas y los bancos a nivel nacional. Al mismo tiempo, la Autoridad Bancaria Europea (ABA), el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (CERS) y las autoridades nacionales deben coordinar las políticas para evitar un desapalancamiento excesivo de los bancos y su efecto perjudicial en el crecimiento.

Un equipo del FMI realizó consultas con el Banco Central Europeo, la Comisión Europea, la Presidencia de la Unión Europea, el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico y la Autoridad Bancaria Europea del 29 de mayo al 11 de junio de 2012, como parte de la evaluación anual de la zona del euro en el marco de la Consulta del Artículo IV del Convenio Constitutivo del FMI. En esta declaración figuran las conclusiones preliminares del personal técnico.

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