(Versión en English)
¿Cómo vemos las perspectivas económicas para América Latina y el Caribe desde Washington?
Aquí, la primavera está empezando, y naturalmente nos sentimos un poco más optimistas. Pero al comienzo no todos los días son primaverales: un día soleado va seguido de uno lluvioso. Por eso llevamos el paraguas aunque brille el sol, pero también tenemos a la mano la crema solar aunque el día esté nublado. Esto es lo que ocurre en gran parte de la región, como señalamos en la última edición de nuestro informe sobre las Perspectivas económicas: Las Américas.
Comenzaré presentando un panorama general, antes de explicar a qué me refiero.
La mayor parte de América Latina se destaca del resto del mundo no por su gran desempeño económico, sino por los buenos resultados que ha conseguido en un contexto subóptimo. En general, se mantiene un crecimiento sólido, a pesar de la desaceleración experimentada a finales del año pasado como resultado de las políticas más restrictivas que se habían aplicado y de la volatilidad mundial. En nuestro escenario base, se proyecta que el crecimiento en la región se moderará a cerca de 3¾% en 2012, lo que representa una caída con respecto al 4½% registrado el año pasado (pero un modesto aumento con respecto a las proyecciones de enero).
Algunos países seguirán beneficiándose del doble viento a favor que representan los elevados precios de las materias primas y las condiciones propicias de financiamiento externo. Pero otros se enfrentarán al debilitamiento de la demanda en los países socios avanzados o a problemas fiscales propios. Y para todos los países los riesgos a corto plazo (si bien están retrocediendo) siguen inclinándose a la baja: el crecimiento mundial y los mercados financieros podrían verse negativamente afectados por el resurgimiento de las tensiones en Europa o por un fuerte shock de precios del petróleo, lo que provocaría la salida de los mercados emergentes, incluida América Latina, de los flujos que buscan un refugio seguro.
¿Paraguas o crema solar?
La región es bastante diversa, por lo que hoy me centraré en los países exportadores de materias primas con regímenes de metas de inflación (Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay), que representan cerca del 60% del PIB total de la región. En general, a estos países les ha ido bien, gracias a una buena gestión de política económica, así como a las condiciones externas favorables, es decir, el doble viento a favor. Este viento puede persistir durante algún tiempo, salvo si surgen grandes shocks. De hecho, incluso unos shocks de tamaño modesto probablemente no perturbarían los flujos de capital hacia la región durante mucho tiempo.
Dado que este grupo de economías están operando cerca o por encima del nivel de plena capacidad, las políticas deberían seguir avanzando hacia una posición neutral. El estímulo utilizado de manera acertada para combatir los efectos de la crisis financiera de 2008–09 solo se ha retirado en parte. De hecho, persiste el riesgo de sobrecalentamiento: el crédito y las importaciones se han desacelerado pero siguen creciendo a un ritmo vigoroso. En particular, es esencial avanzar en la normalización fiscal, no solo para no generar un ciclo de sobrecalentamiento y reducir la carga sobre la política monetaria, sino también para preservar la credibilidad y recomponer el margen de maniobra antes de que los riesgos a la baja vuelvan a materializarse. Las autoridades también deberán tener en cuenta que las condiciones favorables no durarán para siempre. Por lo tanto, será importante gestionar bien la abundancia.
Por otra parte, la política monetaria debería seguir siendo flexible y continuar actuando como primera línea de defensa en caso de que se produzcan shocks mundiales adversos. Las crisis de Lehman y la de Europa tienen un hilo conductor común: la propagación mundial de los shocks de liquidez. Hemos visto los efectos de estos shocks en nuestros países: la contracción de los mercados locales, incluida la escasez de dólares. Si bien estos efectos se han atenuado, las autoridades deberán mantenerse alertas a las sequías que alternan con las épocas de lluvia, y estar preparadas para ofrecer respaldo de liquidez en sus mercados a corto plazo, en caso necesario.
De esta forma, las autoridades económicas podrán llevar al mismo tiempo el paraguas y la crema solar. Ahora no es el momento para descansar tranquilos; ni para tratar de luchar contra riesgos que aún no se han materializado. En cambio, la mejor manera de mantener este sólido desempeño económico es reforzar la capacidad de resistencia y la flexibilidad, hasta que los cielos se despejen definitivamente y llegue el verano.
Por último, quisiera señalar que en esta edición del informe sobre las Perspectivas económicas: Las Américas se presentan tres notas analíticas sobre los temas siguientes: i) cómo afectan los shocks financieros mundiales al producto de América Latina; ii) los efectos de contagio reales generados en las grandes economías de la región; y iii) la evolución del mercado hipotecario y de la vivienda en la región. Estas notas se examinarán en próximos artículos de este blog.