Tras la crisis financiera mundial que se inició en 2007, los bancos centrales de las economías avanzadas relajaron su política monetaria mediante una reducción de las tasas de interés, hasta que los intereses a corto plazo se acercaron a cero, limitando la posibilidad de realizar nuevos recortes. Algunos bancos centrales recurrieron a políticas monetarias no convencionales y compraron bonos a largo plazo para rebajar todavía más las tasas de interés a largo plazo. Algunos, incluso situaron las tasas de interés a corto plazo por debajo de cero. En respuesta a la pandemia de COVID-19, los bancos centrales activaron medidas para relajar la política monetaria, proporcionar liquidez a los mercados y mantener el flujo de crédito. A fin de atenuar la presión en los mercados de bonos y de divisas, los bancos centrales de muchas economías emergentes recurrieron a intervenciones cambiarias y, por primera vez, a programas de compras de activos. Más recientemente, en respuesta al rápido crecimiento de la inflación, bancos centrales de todo el mundo han endurecido su política monetaria mediante un aumento de las tasas de interés.
La crisis financiera mundial de 2007–09 puso de manifiesto que los países debían identificar y contener los riesgos para el sistema financiero en su conjunto. Muchos bancos centrales empezaron a utilizar herramientas prudenciales y elaboraron marcos de política macroprudencial para promover la estabilidad financiera. Las herramientas macroprudenciales se utilizan para constituir reservas y contener las vulnerabilidades que hacen que el sistema financiero sea susceptible a los shocks. De este modo, se reduce la probabilidad de que los shocks del sistema financiero perturben el suministro de servicios financieros y repercutan muy negativamente en la economía. Los bancos centrales están en condiciones de ejecutar la política macroprudencial por su capacidad de análisis del riesgo sistémico; además, suelen ser relativamente independientes y autónomos. La independencia y la autonomía son importantes, ya que la institución responsable de la política macroprudencial debe poder soportar las presiones políticas y la oposición de grupos sectoriales.