Afrontar la crisis: Prioridades para la economía mundial

9 de abril de 2020

Introducción: Una crisis sin precedentes

Me gustaría empezar hoy deseándoles a todos lo mejor, para su salud y seguridad, y las de sus familias, en estos tiempos difíciles.

Hoy nos enfrentamos a una crisis sin precedentes. La COVID-19 ha perturbado el orden social y económico a una velocidad fulgurante y a una escala que no hemos visto jamás. El virus está causando una trágica pérdida de vidas, y el confinamiento necesario para combatirlo ha afectado a miles de millones de personas. Lo que era normal hace apenas unas semanas: ir a la escuela, ir al trabajo, estar con la familia y los amigos, es ahora un riesgo enorme.

No me cabe duda de que superaremos este desafío. Nuestros médicos y enfermeros están luchando las 24 horas del día, a menudo arriesgando su vida para salvar la vida de otras personas. Nuestros científicos lograrán encontrar soluciones para escapar de las garras de la COVID. Hasta que llegue ese momento, debemos aunar la determinación de todos —las personas, los gobiernos, las empresas, los líderes comunitarios, los organismos internacionales— para actuar con decisión y unidos a fin de salvar vidas y preservar los medios de vida. Este es el momento para el cual se creó el FMI: estamos aquí para desplegar la fuerza de la comunidad internacional, de manera que podamos ayudar a proteger a los más vulnerables y revitalizar la economía.

Las medidas que adoptemos ahora determinarán el ritmo y la fortaleza de nuestra recuperación. Este será el interés central de los 189 países miembros del FMI cuando se reúnan la próxima semana en nuestras Reuniones de Primavera virtuales.

Es también el tema en que me voy a centrar hoy.

Dónde estamos: la situación de la economía mundial

Primero, echemos un vistazo a la situación en la que nos encontramos: Aún nos enfrentamos a una incertidumbre excepcional sobre la profundidad y duración de esta crisis.

Lo que ya está claro, sin embargo, es que el crecimiento mundial se tornará marcadamente negativo en 2020, como verán en nuestras Perspectivas de la economía mundial la próxima semana. De hecho, anticipamos las peores secuelas económicas desde la Gran Depresión.

Hace tan solo tres meses, esperábamos para 2020 un crecimiento positivo del ingreso per cápita en más de 160 de nuestros países miembros. Hoy, ese número ha dado un giro de 180º: ahora proyectamos que más de 170 países experimentarán un crecimiento negativo del ingreso per cápita este año.

Estas desalentadoras perspectivas conciernen tanto a las economías avanzadas como a las economías en desarrollo. Esta crisis no conoce fronteras. Ha afectado a todo el mundo.

Debido a las necesarias medidas de contención adoptadas para frenar la propagación del virus, la economía mundial se está viendo gravemente afectada. Esto es especialmente cierto en el caso del comercio minorista, la hostelería, el transporte y el turismo. En la mayoría de los países, la mayor parte de los trabajadores son autónomos o están empleados por pequeñas y medianas empresas. Estas empresas y trabajadores están especialmente expuestos.

Y, al igual que la crisis sanitaria afecta más duramente a la población vulnerable, se prevé que la crisis económica afecte con mayor dureza a los países más vulnerables.

Los países de mercados emergentes y de bajo ingreso —en África, América Latina y gran parte de Asia— enfrentan un alto riesgo. Dado que sus sistemas sanitarios son más débiles para empezar, muchos se enfrentan al terrible desafío de luchar contra el virus en ciudades densamente pobladas y barriadas asoladas por la pobreza, donde el distanciamiento social difícilmente es una opción. Con menos recursos para empezar, están gravemente expuestos a los shocks de demanda y de oferta, y al drástico endurecimiento de las condiciones financieras que se están produciendo, y algunos pueden enfrentar una carga de la deuda insostenible.

También están expuestos a una gran presión externa.

En los últimos dos meses, han salido de los mercados emergentes aproximadamente USD 100.000 millones de inversiones de cartera, monto más de tres veces mayor que en el mismo período de la crisis financiera mundial. Los exportadores de materias primas están sufriendo doblemente debido al colapso de los precios de las materias primas. Y se espera que las remesas —el sustento de tanta gente sin recursos— se reduzcan.

Estimamos que las necesidades brutas de financiamiento externo de los países de mercados emergentes y en desarrollo se elevan a billones de dólares, y estos países pueden cubrir solo una parte de ellas por sí solos, con lo cual el déficit de financiamiento es de cientos de miles de millones de dólares. Necesitan ayuda, urgentemente.

Las noticias alentadoras son que todos los gobiernos se han lanzado a actuar y, de hecho, ha habido una coordinación significativa. Nuestro Monitor Fiscal de la próxima semana mostrará que países de todo el mundo han adoptado medidas fiscales que ascienden a aproximadamente USD 8 billones. Además, el G-20 y otros países han adoptado medidas monetarias de enorme cuantía.

Muchas de las naciones más pobres están adoptando también valientes medidas fiscales y monetarias, al tiempo que luchan contra este shock fundamental para sus sistemas, y con mucha menos capacidad de acción que los países ricos.

Esta es una panorámica de la situación en que se encuentra hoy la economía mundial.

No cabe duda de que 2020 será extraordinariamente difícil. Si la pandemia se disipa en el segundo semestre del año —lo que permitiría un levantamiento gradual de las medidas de contención y la reapertura de la economía— nuestra hipótesis de base es que se producirá una recuperación parcial en 2021. Pero, de nuevo, subrayo que existe una tremenda incertidumbre en torno a las perspectivas: podrían empeorar en función de muchos factores variables, incluida la duración de la pandemia.

Y, lo que es fundamental, todo depende de las medidas de política que adoptemos ahora.

Qué debe hacerse: un plan de 4 puntos

El próximo tema que quiero abordar es la construcción del puente hacia la recuperación. Vemos cuatro prioridades:

  • Primero, continuar con las medidas de contención imprescindibles y respaldar los sistemas sanitarios. Algunos afirman que existe un conflicto entre salvar vidas y preservar los medios de vida. Yo digo que este dilema es falso. Dado que se trata de una crisis pandémica, es necesario derrotar al virus y proteger la salud de las personas para alcanzar la recuperación económica. Así pues, el mensaje es claro: dar prioridad al gasto sanitario para pruebas de detección y equipamiento médico, pagar a médicos y enfermeros y asegurar que los hospitales y las clínicas de campaña puedan funcionar. Para muchos países —en especial los de economías emergentes y en desarrollo— esto implica reasignar cautelosamente los recursos públicos limitados. También implica aumentar el flujo de recursos hacia estos países. Esto incluye el flujo de bienes vitales: debemos minimizar los trastornos en las cadenas de suministro y, con efecto inmediato, no aplicar controles a las exportaciones de suministros médicos y alimentos.
  • Segundo, proteger a las personas y empresas afectadas con medidas fiscales y para el sector financiero que sean amplias, oportunas y focalizadas. Esto depende de las circunstancias de cada país, pero incluyen aplazar el pago de impuestos, otorgar subsidios salariales y transferencias monetarias a los grupos más vulnerables; ampliar el seguro de desempleo y la asistencia social, y ajustar temporalmente las garantías de crédito y las condiciones de los préstamos. Algunas de estas medidas se han adoptado en la primera ola de apoyo de política económica. Muchos países ya están trabajando en una segunda ola de medidas. Es imperativo tender un salvavidas a los hogares y las empresas. Debemos evitar que las presiones de liquidez se transformen en problemas de solvencia y evitar cicatrices en la economía que dificulten mucho más la recuperación .

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  • Tercero, reducir la tensión del sistema financiero y evitar el contagio. Nuestro próximo Informe sobre la estabilidad financiera mundial analizará las distintas vulnerabilidades del sector financiero. Los bancos han acumulado más capital y liquidez en la última década, y su resiliencia se pondrá a prueba en este entorno en rápida evolución. El sistema financiero se enfrenta a presiones significativas, y el estímulo monetario y los mecanismos de suministro de liquidez desempeñan un papel indispensable. Muchos países han reducido las tasas de interés. Los principales bancos centrales han activado líneas de swap y han creado nuevas líneas para reducir la tensión en los mercados financieros. Aumentar la liquidez para un grupo más amplio de economías emergentes proporcionaría un mayor alivio. Lo que es muy importante, también aumentaría la confianza.
  • Cuarto, mientras avanzamos en esta fase de contención, debemos planificar la recuperación. También a este respecto debemos reducir al mínimo los posibles efectos de las cicatrices de la crisis tomando medidas de política ahora. Para ello es necesario analizar con cautela cuándo flexibilizar gradualmente las restricciones, sobre la base de evidencias claras de que la epidemia está retrocediendo. Cuando las medidas para estabilizar la economía se consoliden y las empresas comiencen a normalizarse, necesitaremos movernos con rapidez para impulsar la demanda. Será fundamental un estímulo fiscal coordinado. Donde la inflación siga siendo baja y esté bien anclada, debería mantenerse una política monetaria laxa. Quienes tengan más recursos y espacio de maniobra para la aplicación de políticas tendrán que hacer más; los otros, con recursos limitados, necesitarán más apoyo.

El FMI: Manos a la obra

Esto me lleva al papel del FMI.

Estamos trabajando 24 horas al día, 7 días a la semana, para apoyar a nuestros países miembros, con asesoramiento de política económica, asistencia técnica y recursos financieros:

— Tenemos una capacidad de préstamo de USD 1 billón y estamos poniendo estos recursos a disposición de nuestros países miembros.

— Estamos respondiendo a un número sin precedente de solicitudes de financiamiento de emergencia: de más de 90 países hasta ahora. El Directorio Ejecutivo acaba de acordar la duplicación del acceso a nuestros servicios de emergencia, lo que nos permitirá atender una demanda de financiamiento que se prevé será de aproximadamente USD 100.000 millones. Se han aprobado ya programas de préstamo en un tiempo récord —entre otros, para la República Kirguisa, Rwanda, Madagascar y Togo— y pronto seguirán muchos más.

— Estamos reconsiderando las herramientas de que disponemos para ver cuál es la mejor forma en que podríamos utilizar nuestras líneas de crédito precautorio para proporcionar mayor apoyo de liquidez, establecer una línea de liquidez de corto plazo, y contribuir a atender las necesidades de financiamiento de los países miembros mediante otras opciones, entre ellas el uso de DEG. Y en el caso de que no podamos otorgar préstamos porque la deuda de un país es insostenible, buscaremos soluciones que puedan desbloquear financiamiento crítico.

— Hemos modificado nuestro Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes (FFACC) a fin de proporcionar alivio inmediato de la deuda a los países pobres de bajo ingreso afectados por la crisis, para que dispongan del margen necesario para gastos sanitarios urgentes en lugar de destinar recursos al reembolso de la deuda. Estamos trabajando con los donantes con el objetivo de incrementar el FFACC a USD 1.400 millones a fin de ampliar la duración del alivio de la deuda.

— Y junto con el Banco Mundial, estamos haciendo un llamamiento a favor de la suspensión de los pagos de servicio de la deuda de los países más pobres del mundo a los acreedores bilaterales oficiales.

Estoy orgullosa del personal del FMI, que ha redoblado esfuerzos para hacer frente a esta crisis. Y espero con gran interés los debates de la semana próxima, durante las Reuniones de Primavera, sobre todo lo que podemos seguir haciendo .

Conclusión: Una prueba para la humanidad

Quisiera concluir con una cita de Víctor Hugo, quien una vez dijo: “Los grandes peligros tienen esta belleza, que traen a la luz la fraternidad de extraños.”

Esta amenaza común nos une a todos, para que despleguemos las mayores fortalezas de la humanidad: la solidaridad, el coraje, la creatividad y la compasión. Aún no sabemos de qué manera cambiarán nuestras economías y nuestra forma de vida, pero sabemos que saldremos de esta crisis con mayor resiliencia.

Muchas gracias.

Departamento de Comunicaciones del FMI
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