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Para lograr la transición a la energía limpia se necesita mucho más que solo fuentes de energía solar y eólica

El mundo está en una carrera contrarreloj para reducir su dependencia de los combustibles fósiles y mantener viva la posibilidad de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C.

Gracias a las energías eólica y solar, la proporción de energía de baja emisión de carbono ha ido aumentando hasta cubrir un 17% de las necesidades totales de energía primaria. Pero esto apenas es suficiente, ya que la proporción de los combustibles fósiles sigue siendo de 77%, tal como lo era hace 20 años.

La actual transición energética no tiene parangón en la historia (véase “Los baches en la transición energética” de esta edición de F&D). Las transiciones energéticas del pasado en realidad no fueron más que sumas de energía, porque el mundo estaba consumiendo más energía pero de diferentes fuentes.

Para lograr la meta de cero emisiones netas antes de 2050, será preciso aumentar rápidamente el suministro de energías de baja emisión de carbono y al mismo tiempo disminuir el uso de combustibles fósiles.

El problema está en que, si bien el consumo de energía per cápita ha llegado a su tope máximo en muchas economías avanzadas, en las economías aún en desarrollo está aumentando, y como se observa en el mapa, tiene que aumentar en los países de ingreso bajo para sacar a la gente de la pobreza y elevar los niveles de vida. Además, es precisamente en los países de ingreso bajo y en desarrollo donde el crecimiento demográfico es más intenso.

De ahí que el mundo necesite mucho más que solo energía solar y eólica para la transición. Otras energías renovables, como la bioenergía y el hidrógeno verde, serán cruciales, pero también lo serán técnicas como la captura y el almacenamiento de carbono y, como señala Fatih Birol de la AIE, la capacidad para extraer más de una menor cantidad de recursos, gracias a la mayor eficiencia energética.

Brotes de verdor

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ANDREW STANLEY integra el equipo de Finanzas y Desarrollo.

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.