"La economía mundial interconectada: Retos y oportunidades para Estados Unidos y el mundo" Por Christine Lagarde, Directora Gerente, Fondo Monetario Internacional

19 de septiembre de 2013

Por Christine Lagarde
Directora Gerente, Fondo Monetario Internacional
Cámara de Comercio de Estados Unidos, 19 de septiembre de 2013

Texto preparado para la intervención

Buenas tardes. Me gustaría agradecer a la Cámara y, en particular, a Tom Donohue, por recibirme hoy. Es fácil sentirse impresionado por la labor de Tom al frente de la Cámara y su firme timón a través de la crisis. Es aún más impresionante su dedicación durante toda una vida a la defensa de la empresa estadounidense.

Este es un bellísimo lugar. Las hermosas banderas y los sellos delicadamente tallados de los 50 estados de esta nación son un magnífico símbolo de sus miembros. En el FMI tenemos algo similar: 188 banderas que representan a los 188 países miembros. Es un símbolo conmovedor de la responsabilidad que cada institución tiene ante sus miembros y los pueblos que representan.

Me complace especialmente estar hoy aquí con ustedes debido a la larga relación que ha mantenido el FMI con la Cámara de Comercio. Nuestras dos instituciones tienen un objetivo, y también una obligación: estar al servicio de la sociedad a través de un conjunto de valores en común: el compromiso de incrementar las oportunidades económicas para todos; la confianza en el potencial humano; el deseo de garantizar que estén dadas las condiciones adecuadas para que la empresa privada realice su potencial como motor del crecimiento y la prosperidad.

Así es que valoro esta oportunidad de interactuar con el mundo empresarial. Ustedes saben cómo late la economía real. En gran medida, es a través de sus esfuerzos que el crecimiento y el empleo se generan.

Les podrá sorprender saber que la oportunidad y la empresa aquí en Estados Unidos han formado parte importante de mi vida. De hecho, desarrollé la mayor parte de mi carrera profesional en el sector privado. Pasé 25 años de mi vida profesional en Chicago, en el estudio jurídico Baker & McKenzie. Llegué a conocer bien los temas que enfrentan las empresas con las que trabajábamos en Estados Unidos y en el resto del mundo, y cuando dirigí el estudio, los temas que enfrenta un líder en una industria de servicios competitiva que adquiere dimensiones internacionales.

Es esta interacción entre la economía mundial y la economía estadounidense a la que me gustaría referirme especialmente hoy. En un mundo de crecientes interconexiones económicas, los retos que afrontamos —Estados Unidos y todos nosotros— son mayores, pero también lo son las oportunidades. La cuestión es encontrar la mejor forma de unirnos — los dirigentes empresariales, las asociaciones de trabajadores, los responsables de las políticas y otras personas— con el fin de encontrar las soluciones necesarias para lograr una recuperación duradera, equilibrada y generalizada.

En ese marco, me gustaría centrarme en tres aspectos:

  • Primero, la situación actual de la economía mundial.
  • Segundo, la función que desempeña la economía de Estados Unidos en nuestro mundo interconectado; y
  • Tercero, el motivo de la importancia del FMI para la economía mundial y para Estados Unidos.

I. La economía mundial hoy en día

Recientemente volví de la Cumbre del G-20 en San Petersburgo, en la que sé que también estaba representada la Cámara de Comercio. Así que permítanme empezar por ahí.

Al llegar a la Cumbre, algunos pensaban que se darían fuertes diferencias de opinión entre las economías avanzadas y las de mercados emergentes sobre el repliegue o el abandono gradual de la política monetaria no convencional aplicada por Estados Unidos y sus posibles efectos de contagio en otros países. En cambio, los países celebraron debates constructivos, y los miembros del G-20 reconocieron la necesidad de lograr que el retiro de este apoyo monetario excepcional, cuando llegara su hora, fuera ordenado y se comunicara claramente. También se reconoció con total claridad que las economías de mercados emergentes, por su parte, deben hacer frente a sus retos internos para gestionar dichos efectos con eficacia.

En San Petersburgo también tuve la oportunidad de reunirme con dirigentes empresariales y sindicales, el B-20 y el L-20. Las presentaciones consecutivas en una reunión con jefes de Estado subrayaron la importancia de que las empresas, los trabajadores y el gobierno aúnen esfuerzos para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo.

La Cumbre tuvo lugar en el marco de una coyuntura económica mundial difícil y cambiante. En pocas semanas, el FMI dará a conocer sus pronósticos actualizados. Por el momento, permítanme decirles que si bien vislumbramos algunas señales de recuperación, el crecimiento mundial sigue siendo tenue.

No obstante, los acontecimientos son un poco más complejos. Más y más economías avanzan a distinta velocidad. También sabemos que los frutos del crecimiento están lejos de extenderse en forma general, cosa que sucede en Estados Unidos y en muchos otros países.

Es indudable que las economías avanzadas están en mejores condiciones de lo que estaban hace seis meses. Observamos este hecho en la aceleración del crecimiento aquí en Estados Unidos, tema que retomaré un poco más adelante. Por primera vez en mucho tiempo, la zona del euro está empezando a crecer, pero aún queda mucho por hacer. Además, mientras Japón sigue adelante con su labor de reforma, también está mostrando mejores resultados gracias al decidido apoyo ofrecido a través de su política económica.

Las economías de mercados emergentes son la otra cara de la moneda. En gran medida, contribuyeron a que la economía mundial se mantuviera a flote durante la crisis. Actualmente, si bien aún muestran dinamismo, su impulso se está desacelerando. Para algunas, esto quizá signifique pasar a una etapa de crecimiento más equilibrado y sostenible. Para otras, es reflejo de la necesidad de solucionar los desequilibrios que las han vuelto más vulnerables a las recientes turbulencias del mercado.

Todos hablamos de las interconexiones y los efectos de contagio mundiales. Cuando fui Ministra de Comercio de Francia, realmente tomé nota de estos fenómenos. Lo que más me ha impresionado desde que empecé a trabajar en el FMI es su magnitud e importancia.

Para dar algunos ejemplos: desde 1980, el volumen del comercio mundial se ha quintuplicado. Además, ha crecido la importancia del comercio con respecto a la producción mundial. Las exportaciones mundiales en relación con el producto crecieron del 20% registrado en 1995 al 30% en 2008, antes de disminuir durante la Gran Recesión, y desde entonces han experimentado una cierta recuperación.

También se presentó el fenómeno de la rápida aceleración de la integración financiera. Al momento de la crisis, los flujos mundiales de capital triplicaban con creces su nivel de 1995.

El reciente análisis del FMI de los “efectos de contagio” —o sea, cómo lo que sucede en un país afecta a los demás— reafirma la importancia de esta interconexión. Indica por ejemplo que si las cinco principales economías del mundo trabajaran juntas para adoptar un conjunto de políticas más riguroso, integral y compatible, en el largo plazo el PIB mundial aumentaría aproximadamente un 3%.

Todos tenemos muchos intereses en juego en estas interconexiones. Lo que sucede en otras partes del mundo, ya sea el éxito de la recuperación en Europa o el funcionamiento continuo y sin dificultades de las cadenas de suministro en Asia, cada vez interesa más a Estados Unidos. Lo mismo pasa a la inversa. Lo que ocurre aquí es cada vez más importante para la economía mundial.

II. La función de Estados Unidos en la economía mundial

Este aspecto me trae a mi segundo tema principal: la función clave de Estados Unidos, y de las empresas estadounidenses en particular, en nuestro mundo cada vez más interconectado.

El fortalecimiento de la recuperación es una buena noticia para Estados Unidos, y una buena noticia para el mundo. Debe reconocerse que este año el crecimiento de Estados Unidos será más moderado de lo que quisiéramos, aún muy por debajo del 2%. De todas formas, el año que viene, debería acelerarse bastante, en aproximadamente 1 punto porcentual.

En efecto, los fundamentos de la economía estadounidense han venido mejorando gradualmente. Los hogares están en mejor situación: han reducido su deuda y se han beneficiado de la recuperación de los precios de las viviendas y el vigoroso desempeño del mercado de valores. Las perspectivas del sector de la vivienda han mejorado y presentan grandes posibilidades de que la actividad de la construcción se acelere más. El sector privado vuelve a demostrar una vez más que es el principal motor del crecimiento y la generación de empleo. La principal razón para la debilidad del crecimiento este año es la magnitud muy grande del ajuste fiscal en curso, un tema que retomaré enseguida.

La generación de empleo es el principal ingrediente de toda recuperación económica, nacional o mundial. Los datos más recientes sobre la situación del empleo en Estados Unidos presentan un panorama dispar. En agosto, la tasa de desempleo disminuyó a 7,3%, pero la tasa de participación ha seguido disminuyendo, y el empleo se mantiene muy por debajo de su nivel anterior a la crisis. Así que la cuestión del empleo sigue siendo primordial.

El empleo y el crecimiento son un componente cada vez más importante del asesoramiento del FMI en materia de políticas. Sé que este es un tema que también está muy presente aquí en la Cámara de Comercio.

Las empresas, incluidos los aquí presentes, tienen una función clave que desempeñar. Al mismo tiempo, los responsables de las políticas también tienen la importante responsabilidad de contribuir a crear un entorno en el que las empresas y los ciudadanos puedan prosperar y se pueda generar empleo.

Entonces, ¿qué deberían hacer los responsables de las políticas estadounidenses? Estos son algunos de los temas de nuestra evaluación más reciente de la economía de Estados Unidos, realizada en julio:

  • En primer lugar, sanear las finanzas públicas. Para mí esto es un caso en el que “hay que desacelerarse, pero apurarse”. Si bien consideramos que, en el corto plazo, habría sido mucho más recomendable que la consolidación fiscal avanzara a un ritmo más lento, sin utilizar el instrumento burdo del secuestro del gasto, se deben adoptar un mayor número de medidas para reducir las presiones que a la larga sufrirá el presupuesto. Entre ellas está abordar las cuestiones del gasto en prestaciones sociales y el aumento del ingreso. Además, la actual incertidumbre política con respecto al presupuesto y el límite al endeudamiento no ayuda. Es fundamental resolver este aspecto, cuanto antes mejor, en aras de la confianza, de los mercados y de la economía real.
  • En segundo lugar, una política monetaria debidamente calibrada. Aconsejamos que las políticas monetarias no convencionales se abandonen gradualmente y en función del avance de la recuperación y el empleo, y que esto se comunique en forma clara y en forma de diálogo.
  • En tercer lugar, se debe concluir la reforma del sector financiero. El programa de reformas ha avanzado —mencionaré como ejemplo las nuevas condiciones de capitalización y liquidez bancaria de Basilea III—, pero el sistema aún no brinda suficiente seguridad. Las autoridades deben centrar la atención en los focos peligrosos aún no resueltos, sobre todo los derivados financieros y la banca paralela. La meta final está clara: tener un sistema financiero menos propenso a la inestabilidad y en mejores condiciones para estar al servicio de la economía real.

La reforma del sector financiero, naturalmente, no solo está a cargo de Estados Unidos. Debe emprenderse en muchos países y regiones, y lo ideal es que se haga en forma coordinada y coherente, para garantizar un funcionamiento saludable de todo el sistema financiero mundial. Aquí me refiero, entre otras cosas, a la resolución de instituciones financieras de alcance internacional.

Este aspecto me trae nuevamente al de las conexiones mundiales.

Estados Unidos desempeña una función singular en la economía mundial. Pienso, por ejemplo, en el tema del comercio mundial, 11% del cual corresponde a este país. Estados Unidos también representa el 20% del valor añadido de la manufactura mundial. Sé que ustedes son conscientes de las posibilidades de aumentar el mercado aún más. Tom y otros integrantes de la Cámara han mencionado en muchas oportunidades que el 95% de sus potenciales clientes viven “fuera de Estados Unidos”.

Los vínculos financieros de Estados Unidos son aún más profundos. Los bancos extranjeros tienen en su poder activos estadounidenses por un valor aproximado de US$5½ billones, mientras que los bancos estadounidenses poseen créditos de otros países cuyo valor es del orden de los US$3 billones. Mientras tanto, casi la mitad de las ventas de las empresas de S&P500 se originan en sus actividades en el exterior.

Estas interconexiones tienen grandes beneficios para Estados Unidos. Sin embargo, no están exentas de riesgos —recíprocos— que hemos visto en acción durante esta crisis.

Todos recordamos cómo, hace cinco años, el derrumbe de un banco estadounidense marcó el comienzo de una nueva y cruda realidad en todos los sectores, en todos los países y en todo el mundo. A medida que esas tensiones atravesaron el Atlántico, por ejemplo, pusieron en evidencia las tensiones europeas. Si consideramos que el 20% de las exportaciones estadounidenses están destinadas a Europa, y que más de la mitad de los activos estadounidenses en el exterior se mantienen en Europa, queda claro que tenemos mucho en juego en la recuperación de este continente.

Sin embargo, a pesar de los riesgos, sé que ustedes también son muy conscientes de cuántos beneficios pueden obtenerse de trabajar con el resto del mundo.

El Presidente Taft, que ayudó a crear la Cámara, captó este aspecto cuando dijo: “Estoy a favor de contribuir a la prosperidad de todos los países porque, cuando todos seamos prósperos, el comercio con cada uno de ellos se vuelve más valioso para el otro”.

Lo que era cierto en la época del Presidente Taft, lo es aún más en el mundo interconectado actual: una economía estadounidense vigorosa y una economía mundial vigorosa son las dos caras de la misma moneada.

III. La función del FMI

Esto me lleva al último aspecto que deseo tratar: la función del FMI en la economía mundial, y por qué la eficacia del FMI es importante para nuestros miembros de todo el mundo y también para Estados Unidos.

Ya me referí a las metas generales que comparten el FMI y la Cámara. Tenemos algo más en común. En 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el primer Presidente de la Cámara, Harry A. Wheeler, dijo: “Esto es un nuevo día, en el que nos encontramos reestructurando nuestros métodos, y las fuerzas organizadas del trabajo y la agricultura y el comercio se reúnen aquí en Washington, no para la guerra, sino para la paz…. ”.

De forma bastante similar, el FMI nació de las cenizas de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, fundado sobre el principio de una buena ciudadanía mundial: si los países trabajan juntos al servicio de sus intereses comunes, todos ganan.

Los fundadores del FMI —un inglés, John Maynard Keynes, y un estadounidense, Harry Dexter White— tenían un plan. Una visión de un “club” económico mundial en el que los países pudieran cooperar con un objetivo claro: la estabilidad económica y financiera mundial.

Como una cooperativa de ahorro y crédito para el mundo, los países miembros del FMI aúnan recursos para socorrer a los países miembros que lo necesiten. De hecho, el primero que recurrió a la asistencia del FMI fue mi país natal, Francia.

Un par de décadas después, en la época de la descolonización, el FMI prestó ayuda a los países recién independizados. Cuando cayó el muro de Berlín, el FMI apoyó los esfuerzos de Europa oriental por transformarse de economías de planificación centralizada en economías de mercado. Desde entonces, el FMI ha ayudado a sus miembros a superar las crisis económicas, en América Latina en los años ochenta, en Asia en los años noventa y, más recientemente, en la zona del euro.

Estas medidas pueden parecer muy alejadas de lo que ocurre en sus empresas o sus economías, pero tienen repercusiones muy reales. Nuestro asesoramiento en materia de políticas, por ejemplo, inclusive en las esferas fundamentales de nuestra actividad, como lo son los tipos de cambio o los desequilibrios externos, ha contribuido a prevenir o aliviar los sufrimientos provocados por las crisis en todo el mundo. Esto a su vez ha contribuido a reducir las posibles secuelas desfavorables para Estados Unidos y para todos los países.

Además, como las necesidades de nuestros países miembros han cambiado con el correr del tiempo, el FMI también ha perfeccionado, reorientado y reaprovisionado el conjunto de instrumentos que utiliza.

Durante esta crisis, esta medida ha implicado aumentar considerablemente nuestro apoyo financiero y se han concedido préstamos por más de US$300.000 millones en más de 50 países, no solo en Europa, sino también en muchas otras partes del mundo, como en África y otros países de ingreso bajo. También hemos adoptado tipos de ayuda más flexibles que funcionan como un seguro para prevenir las crisis y hemos ayudado a países como Colombia, México y Polonia.

Por encima de todo, los análisis del FMI han hecho mucho mayor hincapié en las interconexiones mundiales, en particular, en los efectos de contagio entre los países y también en el sector financiero, que es particularmente importante. Para que nuestra labor futura sea eficaz, debemos seguir evolucionando y adelantarnos a lo que nos espera.

Actualmente, en este marco, el FMI está trabajando para adoptar una serie de reformas de su estructura de gobierno que fortalecerán aún más nuestra capacidad de prevenir y resolver crisis; y, al mismo tiempo, ayudarán a ampliar nuestra representación para reflejar mejor la dinámica cambiante de la economía mundial. Estas reformas de las “cuotas” necesitan el respaldo de todos nuestros países miembros, incluido Estados Unidos.

Un camino juntos

Lo que he tratado de describir hoy es un camino. Un camino que Estados Unidos y el FMI han emprendido de la mano. Como nuestro principal accionista y socio a toda prueba durante casi 70 años, hemos trabajado juntos por nuestra meta común de estabilidad mundial y prosperidad para todos.

La Cámara desempeña una función de vital importancia en este camino. Su interés especial en el comercio, la apertura, el empleo y el crecimiento es fundamental para ayudar a Estados Unidos, para ayudar al mundo y para ayudar al FMI a cumplir su tarea.

Espero con mucho interés poder seguir trabajando juntos.

Muchas gracias.

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