La economía mundial y el FMI en el futuro, Por Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional

11 de octubre de 2013

Por Christine Lagarde,
Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Washington DC, Viernes 11 de octubre de 2013

Preparado para la intervención

Presidente Frieden, Presidente Kim, Gobernadores, excelentísimas autoridades: Me complace enormemente darles la bienvenida, en nombre del FMI, a nuestras Reuniones Anuales.

En vísperas de estas Reuniones, mencioné la Gran Transición que está viviendo la economía mundial: la evolución de los patrones de crecimiento; la cambiante dinámica de la política monetaria y las transformaciones que están experimentando el sector financiero y la economía real. Estas transiciones nos acompañarán durante un tiempo.

Pero incluso mientras hacemos frente a esta transición, tenemos la responsabilidad de mirar más lejos, hacia algunos de los profundos cambios que transformarán la economía mundial durante la próxima generación. Deseo aprovechar esta oportunidad hoy para preguntar qué podría significar esto para ustedes, nuestros países miembros, y qué podría significar para el FMI, la institución de todos ustedes.

Nuestra “constitución”—el Convenio Constitutivo que nuestros fundadores concibieron hace casi 70 años— ha demostrado ser una ingeniosa pieza de ingeniería: suficientemente sólida para resistir el paso del tiempo, y suficientemente flexible a la vez para responder a los numerosos retos que han enfrentado nuestros miembros.

Esto me recuerda un proverbio griego que dice que una sociedad alcanza la grandeza cuando los ancianos plantan árboles a cuya sombra saben que jamás se sentarán.

Nuestros fundadores plantaron los árboles de cuya sombra disfrutamos hoy. Juntos, debemos plantar los árboles que darán sombra a las generaciones venideras.

Durante la próxima generación, el ritmo y el alcance del cambio serán enormes. Y esto hará que cambien también las necesidades de nuestros miembros. Y también tendrá que cambiar el FMI.

El FMI debe ser flexible en sus enfoques, y debe concentrarse en sus objetivos fundamentales para poder prestar a ustedes, nuestros países miembros, el mejor servicio posible. Flexibilidad, concentración, servicio: esos son los principios que nos guían.

Con ese ánimo, desearía compartir con ustedes mis reflexiones sobre los siguientes temas:
i. El camino que hemos recorrido.
ii. El camino que estamos recorriendo.
iii. El camino que tenemos por delante: algunas de las transformaciones que moldearán nuestro futuro.

I. El camino que hemos recorrido

¿De dónde hemos venido? El FMI se forjó en el cambio. En medio de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, las naciones se aunaron para encontrar una solución al momento que vivían y definir una visión para el futuro.

Así nació el multilateralismo.

En los años transcurridos desde entonces, la misión encomendada al FMI ha perdurado: promover la estabilidad financiera mundial y ayudar a construir una economía mundial en la que puedan prosperar todos nuestros países miembros y toda su gente.

Una y otra vez, esto le ha exigido al FMI responder a los cambios.

Comenzamos colaborando en la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Con los vientos de cambio que se levantaron en África y la independencia de muchos países en desarrollo, llegó una nueva ola de miembros, con una nueva serie de necesidades. En América Latina, el FMI respondió a una grave crisis de la deuda. A la que siguió otra gran crisis financiera, esta vez en Asia. Cuando se levantó la Cortina de Hierro, el FMI respondió a otro nuevo grupo de miembros que se estaban transformando en economías de mercado.

En medio de todo esto, en la década de 1970, el propio sistema cambiario de Bretton Woods se desmoronó, y el FMI se adaptó para respaldar el nuevo sistema monetario.

Quizá no siempre hayamos dado con la solución adecuada, pero siempre hemos aprendido; más que nada, escuchándolos a ustedes, nuestros miembros. Y, a la vez que nos hemos ido adaptando, siempre nos hemos mantenido fieles a nuestra misión y fieles a nuestros países miembros.

Durante la crisis reciente, esto resultó ser una combinación invalorable. Nos está ayudando en el camino que estamos recorriendo.

II. El camino que estamos recorriendo

De hecho, la Gran Recesión creó retos sin precedentes y el FMI proporcionó respuestas sin precedentes. Esto fue en parte debido a la enorme magnitud de nuestro respaldo financiero: hemos proporcionado más de US$300.000 millones para aliviar la carga del ajuste que recae en nuestros países miembros necesitados. Pero eso no es todo.

Recordemos que el FMI no tardó en recomendar un estímulo fiscal de alcance mundial —en ese entonces yo ocupaba un lugar donde están ustedes ahora—; en reclamar el fortalecimiento del cortafuegos mundial, entre otras formas aumentando los recursos de la institución, y en reclamar constantemente por un ajuste fiscal debidamente calibrado en cuanto a su ritmo y composición. Ahora que la dinámica del crecimiento mundial está cambiando, es crucial que sigamos adaptando nuestras recomendaciones a las necesidades de los países, siempre de manera sensible al impacto en el crecimiento y también en la gente.

Hoy muchos de ustedes están considerando cómo modular el repliegue de las políticas monetarias no convencionales en las economías avanzadas. A este respecto, ofrecemos una opinión, neutral y adaptada a las circunstancias, con respecto a los desafíos que esto podría plantear, para todos nuestros países miembros.

Esta crisis deja tras de sí el legado de un crecimiento que es demasiado magro y de empleos que son demasiado escasos. Cada vez más, nuestro trabajo está focalizándose en reformas encaminadas a promover la competitividad y a generar crecimiento y empleo. Esto hace eco, naturalmente, del primer artículo de nuestro Convenio Constitutivo, que nos encomienda prestar atención al empleo como parte de nuestro mandato.

Otra característica distintiva de esta crisis ha sido su alcance internacional, y la respuesta del FMI también ha tenido una escala internacional.

Sin duda, Europa ha recibido mucha atención, lo cual no resulta sorprendente teniendo en cuenta que la zona del euro ha sido uno de los centros de la crisis. Pero a lo largo de los últimos cinco años hemos asumido 150 nuevos compromisos frente a países de todo el mundo.

Ese respaldo lo hemos brindado de maneras novedosas: préstamos sin intereses para ayudar a los países de bajo ingreso, especialmente en África subsahariana; seguros para la prevención de crisis, entre otras cosas mediante líneas de crédito flexibles para Colombia, México y Polonia; fortalecimiento de las capacidades y respaldo financiero para los países de Oriente Medio que afrontan un reto económico y político de proporciones históricas.

La crisis también nos ha llevado a replantearnos nuestros análisis macroeconómicos, y a adaptar nuestro asesoramiento en materia de políticas, por encima de todo como reflejo de que funcionamos en un mundo cada vez más interconectado.

Esto implica hacer aún más énfasis en los efectos de contagio —es decir, en cómo las políticas de un país afectan a otros países, y hacer aún más para evaluar las cadenas de interacción y los desequilibrios. Hemos hecho hincapié en esto en el último año, entre otras formas en nuestro informe sobre efectos de contagio, el informe piloto sobre el sector externo, y una nueva estrategia para nuestro trabajo en relación con el sector financiero, que es el que desencadenó la crisis en primer lugar.

Otra innovación es el análisis grupal, que considera grupos de economías que tienen fuertes vinculaciones entre sí o que comparten problemas comunes. En este contexto, concluimos el análisis de un grupo de países del sur de África y también de varios países nórdicos.

Estas nuevas ideas y enfoques han animado el núcleo de nuestras actividades —supervisión, crédito y asistencia técnica— a cargo de un personal internacionalmente reconocido por su idoneidad.

Ustedes los ven cuandon visitan sus países, para participar en deliberaciones técnicas, sobre el Artículo IV, sobre los programas.

Los veo trabajando todos los días: largas jornadas que a veces se transforman en largas noches, y muchos fines de semana. Me impresiona profundamente su incansable dedicación, y también me siento muy orgullosa de ellos. Sé que ustedes aprecian en igual medida a los excelentes profesionales que trabajan en el FMI.

Permítanme expresar también mi profundo agradecimiento al Directorio Ejecutivo. Gracias a su guía y su asesoramiento, la respuesta del FMI durante esta crisis ha sido eficaz y oportuna.

Nuestra tradición de adaptarnos sin dejar de concentrarnos en la tarea por delante nos ha permitido prestarles un mejor servicio a ustedes, nuestros países miembros.

Quiero reiterar: flexibilidad, concentración, servicio. Estos deben seguir siendo nuestra guía en el camino por delante.

III. El camino que tenemos por delante

¿Por qué lanzarse al futuro? Porque el futuro es una promesa que solo el tiempo puede cumplir.

En el FMI, la alta gerencia, el personal técnico y sus directores ejecutivos hemos estado reflexionando sobre las tendencias a largo plazo que podrían dar forma a la próxima generación.

Mencionaré tres: un mundo más multipolar; un mundo más integrado financieramente; y lo que describiría como las "nuevas fronteras de riesgo”.

La primera es un mundo más multipolar.

Sin contar más que la próxima década, la proporción del PIB mundial que corresponde a las economías emergentes y en desarrollo aumentará de alrededor de la mitad a casi dos tercios. Los ingresos per cápita de los distintos países convergerán gracias a una clase media en rápida expansión en esas naciones.

En otras palabras, las condiciones están dadas para un mundo en el cual, dentro de 20 o 30 años, el poderío económico estará mucho menos concentrado en las economías avanzadas, y más extremadamente disperso entre todas las regiones.

¿Qué significa esto para el FMI?

Que debemos ser incluso más representativos y ser un reflejo de estos cambios, y ya estamos avanzando en esa dirección.

Todos sabemos lo que está en juego con las reformas de 2010 de la estructura de gobierno. Una vez que se pongan en práctica —algo que confío ocurrirá, aunque no tan rápido como habríamos deseado todos—, el FMI tendrá una plataforma desde la cual seguir construyendo.

La representación, naturalmente, no se limita a las cuotas o el número de sillas. También tiene que ver con la manera en que interactuamos con nuestros países miembros. Para poder ser su asesor de confianza, nuestro análisis y nuestro asesoramiento deben pasar algunas pruebas importantes: deben ser de la más alta calidad, deben ser objetivos, deben ser imparciales y deben resultarles útiles a ustedes.

Estamos comprometidos a cumplir con las condiciones necesarias para pasar esas pruebas.

Y estas condiciones cobrarán más relevancia a medida que nuestros países miembros se enfrenten a un creciente grado de integración financiera, la segunda tendencia a largo plazo de la que quería hablar.

Cuando se creó el FMI, los flujos financieros privados apenas existían. Para cuando estalló la crisis, el grado de integración financiera se había multiplicado como mínimo por 10.

La economía mundial de hoy no está simplemente conectada; está hiperconectada. Esto propulsará la integración financiera a una escala aún no cuantificada, y en rincones del mundo a los que aún no ha llegado.

A medida que avance el crecimiento y la convergencia de los países emergentes y en desarrollo, sus interconexiones financieras se tornarán más profundas y más complejas.

Una integración más profunda estimulará el crecimiento, pero esto no estará exento de riesgo. La experiencia nos enseña una importante lección: un mayor grado de integración financiera incrementa la probabilidad y la magnitud de las crisis financieras.

¿Qué significa esto para el FMI? ¿Y para ustedes?

Implica mejorar nuestros instrumentos de prevención de crisis: una labor más intensa sobre riesgos, saneamiento y reforma del sector financiero; un análisis más exhaustivo y oportuno de los vínculos y los efectos de contagio entre los países y la transmisión de señales más claras de alerta anticipada.

También significa reforzar nuestro respaldo para la resolución de crisis: adaptar nuestros mecanismos de préstamo según sea necesario; fortalecer nuestra cooperación, incluso con mecanismos financieros regionales; y asegurar que la carga del ajuste se reparta de manera equitativa.

También plantea la cuestión de asegurar que el FMI disponga de suficientes recursos para ayudar a los países miembros a afrontar futuras crisis.

Asimismo, desearía aprovechar esta oportunidad para agradecer a todos los países miembros que acordaron transferir las utilidades de las ventas de oro para ayudar a atender las necesidades de financiamiento de los países de bajo ingreso en los años venideros.

La capacidad para prevenir y resolver crisis será vital.

Esto se hace verdaderamente patente si consideramos las "nuevas fronteras de riesgo” que enfrentarán nuestros miembros, la última de las tendencias a largo plazo a la que quiero referirme.

Estos son desafíos de los que somos muy conscientes. En el FMI, estamos centrando cada vez más la atención en sus efectos económicos. Mencionaré solo algunos.

Los cambios demográficos afectarán al crecimiento y la estabilidad.

Para 2030, habrá 1.100 millones de personas más que hoy en el mundo, 97% de ellas en países emergentes y en desarrollo. Mil millones de personas tendrán por lo menos 65 años. Esta situación demográfica —y sus costos intergeneracionales— afectará drásticamente a la educación, la atención de la salud, el ahorro, las pensiones, el gasto público.

La distribución del ingreso también afectará al crecimiento y la estabilidad.

Hoy, la desigualdad alcanza niveles nunca vistos desde que se creó el FMI. En muchos países, esto ha conducido a una creciente frustración y al quebrantamiento de la cohesión sociopolítica. La recuperación en marcha no está revirtiendo esta tendencia. Sigue siendo demasiado despareja: hay demasiada gente desempleada, demasiada gente que se queda afuera.

La sostenibilidad del medio ambiente afectará al crecimiento y la estabilidad.

Las temperaturas promedio están en alza, y esto crea el riesgo de desastres naturales más frecuentes, mayor inestabilidad de la producción agrícola y mayor inseguridad en el suministro de agua y alimentos. En muchos países, particularmente los más pobres, esto exacerbará una situación que es de por sí frágil.

¿Qué significa esto para el FMI? ¿Y para ustedes?

Estas preocupaciones amenazan la salud macroeconómica de nuestros países miembros. En ese caso, corresponde que las abordemos como parte de nuestro trabajo. Hay varias maneras en que podemos ayudar.

No estoy sugiriendo que nos adentremos en el terreno de otro, pero podemos y debemos tener una cooperación más eficaz, con el Banco y otros organismos, aprovechando su experiencia cuando la necesitemos, y ofreciendo la nuestra. Pienso, por ejemplo, en nuestro asesoramiento fiscal sobre precios del carbono.

Por el otro lado, podemos ayudar a centrar la atención mundial en temas concretos. Consideremos, por ejemplo nuestros estudios recientes sobre los subsidios energéticos, que muestran cómo se podrían usar casi US$2 billones para proteger mejor el medio ambiente y a los pobres. Lo mismo ocurre con nuestros estudios que revelan el vínculo entre la igualdad del ingreso y el crecimiento sostenido.

Y hace apenas unas semanas, un nuevo estudio del FMI mostró que incorporando a las casi 900 millones de mujeres que hoy no participan plenamente en el mercado laboral se podrían incrementar casi 30% los ingresos per cápita en algunos casos, pero en la mayoría en un margen de 3%. Esto podría ser económicamente revolucionario. Y como hoy es el Día Internacional de la Niña, ¡no hay mejor momento para transmitir este mensaje!

En todos estos ámbitos, la ventaja comparativa que aporta el FMI es su perspectiva macrocrítica. Mantener ese foco de atención y adaptar nuestro enfoque es lo que ha hecho del FMI una institución eficaz en el pasado. Retener ese foco de atención y adaptar nuestro enfoque nos permitirá respaldar con eficacia a nuestros países miembros en el futuro.

Conclusión: Forjar un nuevo futuro todos juntos

Señor Presidente, Gobernadores, excelentísimas autoridades:

Hace casi 70 años, el FMI comenzó con alrededor de 40 miembros. Hoy ustedes son 188. Juntos somos el FMI. Ustedes son el FMI.

Aquí, con todos ustedes, reconozco al FMI fundado bajo el espíritu de la cooperación internacional.

Pero, aún más que eso, los principios de los que hablé hoy —flexibilidad, concentración, servicio— nos han ayudado a sobrellevar las pruebas que nos impulso el paso del tiempo.

El filósofo Edmund Burke describió la sociedad como “una asociación de todas las virtudes, de todas las perfecciones … en la que participan no solo los seres vivos, sino también lo que aún no han nacido”.

Es así como veo al FMI, como una asociación entre sus países miembros. Una asociación del presente, y para el futuro.

Muchas gracias.

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