Juntos por una respuesta para América Latina y el Caribe ante la COVID-19

24 de junio de 2020

Texto preparado para la intervención

Gracias, Presidente Sánchez, por habernos reunido en el lanzamiento de esta respuesta colectiva para hacer frente a la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe. Agradezco esta oportunidad singular de dirigirme a un grupo tan destacado de gobernantes de la región.

Una respuesta conjunta es la estrategia idónea para los grupos de países que comparten tanto en lo que se refiere a historia, idioma, valores, cultura y —más recientemente— una honda y polifacética relación económica, basada en varios acuerdos comerciales y en abundantes flujos comerciales y de inversión. De ahí que el novelista mexicano Carlos Fuentes alguna vez dijera que si un ciudadano español quiere entender su país, tiene que viajar a América Latina.

Conforme la pandemia se ha propagado a muchos lugares de América Latina, el costo humano ha aumentado. Por eso quiero expresarles a ustedes y a los habitantes de la región mi más profunda solidaridad y mi firme compromiso de luchar codo a codo con ustedes para superar esta inédita crisis doble: la emergencia sanitaria y la recesión económica.

Permítanme centrarme en tres cuestiones. En primer lugar, nuestro pronóstico más reciente para la economía mundial. En segundo lugar, las implicaciones para la región. En tercer lugar, lo que el FMI está haciendo para brindar asistencia ahora y en el futuro.

En cuanto al pronóstico, hoy hemos publicado nuestro último análisis en el que hemos revisado a la baja nuestras proyecciones de crecimiento para la economía mundial: una contracción de 4,9% en 2020. La recesión será más profunda en 2020 y la recuperación más lenta en 2021 de lo que habíamos pronosticado en abril.

Proyectamos pérdidas acumuladas para la economía mundial superiores a USD 12 billones en dos años (2020-21), y un 10% de esta pérdida total (aproximadamente USD 1,2 billones) corresponde a América Latina.

Al mismo tiempo, los países han adoptado sólidas y eficaces medidas fiscales y monetarias que han ayudado a evitar una oleada de quiebras y desempleo. La estrategia ha dado resultado: ha creado un piso sobre el que puede asentarse la economía mundial. A nivel mundial, las medidas fiscales ascienden a aproximadamente USD 10,7 billones; y las medidas de política monetaria suponen alrededor de USD 6 billones. Una respuesta sin precedentes para una crisis como ninguna otra.

Se trata de una crisis verdaderamente mundial, y se proyecta que casi un 95% de los países registrarán crecimiento per cápita negativo en 2020. Se proyecta que el crecimiento del PIB en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (excluida China) se vea más afectado que en las economías avanzadas en 2020-2021. Esto implica el riesgo de que se desacelere o incluso se revierta el proceso de reducción de la pobreza que hemos presenciado y del que nos hemos beneficiado en los últimos años, y también de que se desacelere la convergencia de los niveles de ingreso entre las economías de mercados emergentes y las avanzadas.

Se observan algunos signos de recuperación, pero esta va a ser parcial y desigual dependiendo del sector, el país y la región. Aunque un 75% del mundo está reabriéndose, todavía no estamos fuera de peligro. Estamos aprendiendo a recuperarnos pese a que aún no ha llegado ese avance científico hacia una vacuna que tanto anhelamos. Las autoridades económicas deben mantenerse alerta y trabajar con miras a la recuperación, incluso aunque la pandemia todavía no se haya disipado.

La situación en América Latina y el Caribe

En efecto, América Latina y el Caribe se han visto especialmente afectadas, con una contracción prevista de 9,3% este año, la mayor jamás registrada en esa región. La región se ha visto afectada por el efecto directo de los confinamientos y efectos indirectos del resto del mundo provocados por el descenso de los precios de las materias primas, las remesas y el turismo, así como por las salidas de capitales. A medida que la pandemia ceda y que la economía mundial se recupere, para 2021 proyectamos para la región una recuperación parcial de 3,7%.

Dentro de la región, las economías del Caribe están sufriendo incluso más dado a su alto grado de dependencia de uno de los sectores más duramente golpeados, el turismo, que en algunas de esas economías representa entre 50% y 90% del PIB y el empleo. La temporada de huracanes que se avecina supone riesgos adicionales.

La respuesta de política económica en la región no se ha hecho esperar. Los bancos centrales han intervenido con eficacia, utilizando todos los instrumentos de política monetaria, con recortes de las tasas de interés y ampliaciones de los balances. Dada la magnitud de la crisis y el grado de incertidumbre sin precedentes, los gobiernos también han tenido que desplegar medidas fiscales para fortalecer los sistemas sanitarios, proteger a los más vulnerables y respaldar el empleo y a empresas que, de no ser por las circunstancias, serían viables. Por ejemplo, Argentina y Paraguay cuentan con programas de alimentos y transferencias monetarias para familias desfavorecidas; Chile, Perú y Colombia están introduciendo subsidios salariales, así como garantías y préstamos a PYME en dificultades. Hemos visto como Ecuador —en una situación particularmente difícil— ha centrado la atención en los más vulnerables. Hasta ahora, los países del Caribe han logrado no solo contener el virus mejor que otros, sino también ampliar el apoyo para los más vulnerables.

Permítanme insistir: este es el momento de hacer todo lo que sea necesario para apoyar a los más afectados por la crisis. Así pues, por favor, gasten lo que sea necesario, pero gasten con prudencia y guarden los recibos, tanto para volver con el tiempo a una posición fiscal sostenible como para garantizar la rendición de cuentas de los gastos relacionados con la pandemia.

Los gobiernos también han de procurar que sus intervenciones mediante políticas públicas sean eficaces, para lo cual deben redoblar los esfuerzos en pruebas de detección y rastreos, comunicar con claridad la evolución y las políticas sanitarias y reducir los riesgos de contagio mediante la diversificación de los mecanismos de transferencias y aumentando de los envíos por medios digitales, sobre todo en las megaciudades de América Latina. Y hacen bien en seguir dando prioridad a reformas que incentiven la competitividad y el crecimiento, algo que es más importante hoy que antes de la crisis.

El papel del FMI

En el FMI hemos actuado con rapidez para apoyar a los países miembros desde el momento en que vimos venir esta crisis. Estamos preparados para poner nuestra capacidad de préstamo de USD 1 billón al servicio de nuestros miembros.

Hemos duplicado el acceso a financiamiento de emergencia, y hemos aprobado solicitudes de financiamiento de emergencia provenientes de 70 países, con desembolsos por un valor total de aproximadamente USD 25.000 millones. Esta suma incluye un total de aproximadamente USD 5.500 millones en financiamiento a 17 países del Caribe, América Central y América del Sur. También hemos aprobado el acceso a nuevos servicios en el marco de la Línea de Crédito Flexible para Chile y Perú, y renovamos la línea de Colombia, elevando así nuestros préstamos de carácter precautorio a la región a USD 107.000 millones.

Asimismo, mantendremos nuestro sólido compromiso con la región en lo que se refiere a fortalecimiento de las capacidades y asesoramiento de política económica. En este momento en que convivimos con la pandemia, los gobiernos deben ser ágiles y comenzar a hacer planes para cuando llegue el momento de la recuperación.

En primer lugar , preparándose para una reorientación de las políticas, cuando llegue la hora de ayudar a los trabajadores a volver al trabajo.

En segundo lugar , garantizando que el sistema financiero sea sólido y fiable, y capaz de respaldar la recuperación futura.

En tercer lugar , utilizando con prudencia el estímulo fiscal, no solo para impulsar el crecimiento y el empleo, sino también para crear un mundo más resiliente tras la pandemia. Y a medida que las perturbaciones vayan disipándose, la solidez fiscal y la sostenibilidad de la deuda deben convertirse en prioridades de la política económica.

Para concluir quisiera decir que si hay una enseñanza que se puede extraer de esta crisis, es que la solución nos compete a todos, que la cooperación internacional es absolutamente crucial.

Nuestra sociedad es solo tan fuerte como su miembro más débil. Es necesario ser solidarios con los habitantes y los países más vulnerables.

Quisiera felicitar a España y a la Unión Europea por ponerse a la cabeza de la alianza mundial para garantizar que todos tengan acceso a la vacune que se desarrolle. Y quiero subrayar que en el FMI estamos trabajando muy estrechamente con nuestra organización hermana —el Banco Mundial— para el alivio de la deuda, y con todos los bancos y socios para el desarrollo para ayudar a los países miembros de la manera más eficaz.

Hemos incrementado masivamente el apoyo a los países necesitados, y estamos estudiando maneras de ayudar más.

Apoyamos la iniciativa del G-20 para suspender los pagos del servicio de la deuda a acreedores oficiales, lo que podría poner unos USD 12.000 millones a disposición de 73 países de bajo ingreso. En la región, cinco países están considerando recurrir a esta iniciativa.

Nuestro objetivo es salir de esta crisis con una economía más resiliente, más verde, más inteligente y más justa . Esto significa apoyar un crecimiento con bajas emisiones de carbono y que favorezca la resiliencia del clima, liberar todo el potencial de la economía digital e invertir en las personas, a través de la salud y educación, para así reducir la brecha entre ricos y pobres.

A través de su labor, el FMI está contribuyendo a esta transformación.

Gracias por darme la oportunidad de estar aquí con ustedes el día de hoy.

Departamento de Comunicaciones del FMI
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