Una crisis tras otra: Cómo puede responder el mundo

14 de abril de 2022

Texto preparado para la intervención

1. Introducción

Gracias, Tino. Para el FMI, es un gran honor colaborar con la Fundación Carnegie.

Nuestras instituciones están abocadas a la paz y la prosperidad universales, un objetivo particularmente vital en este momento crucial que está viviendo el mundo.

Sencillamente, nos encontramos frente a una crisis encima de otra.

Primero, la pandemia, que trastocó nuestras vidas y nuestras economías, y que aún no ha terminado. El virus continúa propagándose y podría producir variantes aún más contagiosas o, lo que es peor, más letales, causando nuevos trastornos y profundizando la divergencia entre los países ricos y pobres.

Segundo, la guerra: La invasión rusa en Ucrania, que ha devastado la economía del país, ha producido ondas sísmicas que repercuten en el mundo entero.

Lo más apremiante es la tragedia humana: el sufrimiento de hombres, mujeres y niños en Ucrania, entre ellos más de 11 millones de personas desplazadas. Nuestros corazones están con ellos.

Las consecuencias económicas de la guerra se propagan rápido y lejos, a los países vecinos y más allá, golpeando con especial dureza a los segmentos más vulnerables de la población mundial. Cientos de millones de familias ya estaban luchando con un bajo nivel de ingresos y con el encarecimiento de la energía y los alimentos. La guerra ha agravado mucho su situación y amenaza con profundizar la desigualdad.

Y, por primera vez en muchos años, la inflación es un peligro claro y presente para muchos países de todas las regiones.

Constituye un enorme revés para la recuperación mundial.

En términos económicos, el crecimiento disminuye y la inflaciónaumenta. En términos humanos, los ingresos de la gente disminuyen y las penurias aumentan.

Estas dos crisis —pandemia y guerra— y nuestra capacidad para enfrentarlas se ven complicadas por otro riesgo creciente: la fragmentación de la economía mundial en bloques geopolíticos, con diferentes normas comerciales y tecnológicas, sistemas de pagos y monedas de reserva.

Ese cambio tectónico acarrearía penosos costos de ajuste. Las cadenas de suministro, la I+D y las redes de producción se quebrarían y sería necesario reconstruirlas.

Los países y las personas pobres sufrirán lo peor de estas dislocaciones.

Esta fragmentación de la gobernabilidad mundial podría ser la amenaza más grave para el marco basado en reglas que ha regido las relaciones internacionales y económicas durante más de 75 años y que ha contribuido a mejoras significativas de las condiciones de vida en el mundo entero.

Ya está mermando nuestra capacidad para colaborar ante las dos crisis que enfrentamos. Y podría dejarnos completamente incapacitados para abordar otros retos mundiales, como la amenaza existencial del cambio climático.

Este es un momento crucial para la comunidad internacional.

Las medidas que tomemos hoy, juntos, serán determinantes para el futuro. No puedo dejar de pensar en el Bretton Woods de 1944, cuando, en medio de las oscuras sombras de la guerra, los líderes mundiales se reunieron para contemplar un mundo mejor. Fue un momento histórico de valentía y cooperación.

Hoy, enfrentados a mayores retos y decisiones más complicadas, necesitamos ese espíritu.

2. Mayores dificultades, disyuntivas más espinosas

La recuperación mundial ya estaba perdiendo ímpetu antes de la guerra de Ucrania, en parte debido a los trastornos causados por la variante ómicron.

En enero, recortamos el pronóstico de crecimiento mundial a 4,4% para 2022. Desde entonces, las perspectivas han empeorado sustancialmente, en gran medida debido a la guerra y sus repercusiones. La inflación, el endurecimiento de las condiciones financieras y los extensos confinamientos que ha instituido con frecuencia China, y que han creado cuellos de botella en las cadenas de suministro internacionales, también están lastrando la actividad.

En consecuencia, proyectaremos otra rebaja del pronóstico de crecimiento mundial tanto para 2022 como para 2023. Afortunadamente, en la mayoría de los países el crecimiento continuará en terreno positivo. Ahora bien, el impacto de la guerra contribuirá a recortar los pronósticos de 143 economías este año, que representan 86% del PIB mundial.

Pero como verán cuando publiquemos el informe Perspectivas de la economía mundial la semana próxima, el panorama varía mucho según el país: de las catastróficas pérdidas económicas de Ucrania hasta una grave contracción en Rusia y los efectos que la guerra provocará en otros países a través de los canales de las materias primas, el comercio internacional y las finanzas.

Entre las economías que enfrentan rebajas figuran los importadores netos de alimentos y combustibles de África, Oriente Medio, Asia y Europa.

El alza de los precios de las materias primas ha mejorado las perspectivas de crecimiento de muchos exportadores de petróleo, gas natural y metales. Pero estos países también sufren el impacto de la agudización de la incertidumbre, y sus ganancias están lejos de compensar la desaceleración mundial global, atribuible en gran medida a la guerra.

Al mismo tiempo, el encarecimiento de la energía y de los alimentos está exacerbando las presiones inflacionarias y constriñendo los ingresos reales de hogares del mundo entero. [Chart 1, below]

Las perspectivas a mediano plazo también han desmejorado.

Prevemos ahora que el producto de la mayoría de los países tardará aún más en retomar la tendencia previa a la pandemia. [Chart 2, below] La mayoría de las economías emergentes y en desarrollo están lidiando no solo con las secuelas económicas de la guerra, sino también con las cicatrices que ha dejado la crisis provocada por la pandemia. Entre ellas cabe mencionar las pérdidas de puestos de trabajo y de aprendizaje, que han recaído principalmente en las mujeres y los jóvenes.

La recuperación sigue siendo muy diferente para los ricos y para los pobres.

Como si eso fuera poco, las perspectivas son extraordinariamente inciertas, mucho más de lo acostumbrado. La guerra y las sanciones podrían intensificarse. Podrían aparecer nuevas variantes del virus causante de la COVID. Las cosechas podrían arruinarse.

Antes de la guerra, Rusia y Ucrania originaban 28% de las exportaciones mundiales de trigo, y Rusia y Belarús, 40% de las exportaciones de potasa, un fertilizante de fundamental importancia. Ahora, los precios de los cereales y del maíz suben vertiginosamente y muchos gobiernos de África y Oriente Medio me dicen que los suministros son escasos.

La inseguridad alimentaria es un grave motivo de preocupación. [ Chart 3, below] Debemos actuar ya con una iniciativa multilateral encaminada a afianzar la seguridad alimentaria. La alternativa es funesta: más hambre, más pobreza y más disturbios sociales, sobre todo en los países que llevan muchos años luchando por escapar a la fragilidad y al conflicto.

Los precios de los alimentos y de la energía, sumados a los problemas de la cadena de suministro, continúan elevando la inflación. En las economías avanzadas, la inflación ya toca máximos desconocidos desde hace cuatro décadas, y proyectamos que seguirá siendo elevada por un período más prolongado de lo estimado.

Se trata del entorno de políticas más universalmente complejo que hayamos conocido jamás, y eso plantea disyuntivas tremendamente difíciles:

¿Qué pueden hacer las autoridades para frenar la elevada inflación y el creciente nivel de deuda, protegiendo al mismo tiempo el gasto crítico y los cimientos de un crecimiento duradero?

3. Medidas de política para salvaguardar la recuperación y fortalecer la resiliencia

Las prioridades inmediatas son poner fin a la guerra de Ucrania, enfrentar la pandemia y encarar la inflación y la deuda.

Poner fin a la guerra

La experiencia internacional nos enseña que el conflicto es enemigo del desarrollo y de la prosperidad. El elevado costo de la guerra ha paralizado y continúa paralizando a tantos países.

Ansiando que llegue la paz, debemos hacer todo lo posible por ayudar a Ucrania y a todos los países afectados.

Por nuestra parte, el FMI colaboró con USD 1.400 millones en financiamiento de emergencia para ayudar a atender las necesidades inmediatas de gasto del país. La semana pasada, también lanzamos una cuenta especial que ofrece un canal seguro para proporcionar más fondos a Ucrania. Y, junto con socios internacionales, estamos preparándonos para la gigantesca campaña de reconstrucción que será necesaria.

Además, trabajamos activamente para brindar respaldo a países vecinos de Ucrania que se han visto gravemente afectados, como Moldova, un país de apenas 2,6 millones de personas que ya ha abierto las puertas a más de 400.000 refugiados. También estamos ampliando el apoyo al 20% de nuestros países miembros que viven situaciones de fragilidad o conflicto.

Enfrentar la COVID

Al mismo tiempo, la COVID continúa su funesto avance. Para luchar contra la enfermedad, necesitamos un extenso conjunto de herramientas como vacunas, pruebas de detección y tratamientos antivirales, que deberían desplegarse a nivel mundial.

Un análisis reciente del personal técnico del FMI y nuestros socios muestra que es posible hacerlo por apenas USD 15.000 millones este año y USD 10.000 millones cada año siguiente.

No cabe duda de que, si algo hemos aprendido de la pandemia, es que la seguridad sanitaria equivale a la seguridad económica.

Encarar la inflación

Otra tarea de igual importancia para la seguridad económica es la de encarar la inflación.

La inflación representa una amenaza para la estabilidad financiera y un impuesto para el ciudadano de a pie que lucha por llegar a fin de mes. En muchos países se ha transformado en un apremiante motivo de preocupación y existe un riesgo creciente de que las expectativas inflacionarias se desanclen, con lo cual la inflación podría arraigarse y ser más difícil de controlar.

Ante este reto, los bancos centrales deberían actuar decisivamente, tomándole constantemente el pulso a la economía y ajustando las políticas en consecuencia. Y, por supuesto, comunicándolas con claridad.

Las economías emergentes y en desarrollo enfrentan también el riesgo de posibles efectos derivados del endurecimiento de la política monetaria en las economías avanzadas, manifestado no solo en el aumento de los costos de la deuda, sino también en el riesgo de salidas de capital.

Para hacer frente a estos retos, los países deberían estar preparados para recurrir a todas las herramientas de las que disponen, desde la prolongación de los vencimientos de las deudas y el uso de la flexibilidad cambiaria hasta las intervenciones en los mercados de divisas y las medidas de gestión de los flujos de capital. Ayudar a los países a responder con agilidad a esas circunstancias es precisamente la razón que nos llevó hace poco a actualizar el enfoque institucional del FMI sobre este tema.

Esas herramientas que funcionan a nivel nacional tienen que ir acompañadas de iniciativas internacionales ideadas para ayudar a las economías a atravesar el ciclo de endurecimiento monetario sin sobresaltos.

Es particularmente crucial mantener el acceso a la liquidez. Los préstamos del FMI —que en este momento superan USD 300.000 millones— han ayudado a los países miembros significativamente en ese sentido, y lo propio puede decirse de la asignación de DEG por USD 650.000 millones concretada el verano pasado. Los países de bajo ingreso están utilizando hasta 40% de sus DEG en prioridades relacionadas con la COVID, como vacunas y otros gastos esenciales.

Abordar la deuda

Pero, aun con ayuda, muchas autoridades tienen por delante la dura tarea de abordar el creciente nivel de deuda. Esa es la razón por la cual el gasto debe priorizarse cuidadosamente —en redes de protección, salud y educación— y focalizarse en los segmentos más vulnerables de la población. Una trayectoria fiscal a mediano plazo creíble, que incluya políticas tributarias equitativas, es crítica para crear el espacio que ese apoyo requiere, sin comprometer la sostenibilidad de la deuda pública.

Para algunos países —sobre todo entre el 60% de las naciones de bajo ingreso que ya han alcanzado o que rozan una situación crítica causada por el sobreendeudamiento—, será necesaria una reestructuración de la deuda. Para ayudar a muchas de ellas, es necesario mejorar el Marco Común del G-20 para el tratamiento de la deuda, con procedimientos y cronogramas claros para deudores y acreedores.

También corresponde hacerlo extensivo a otros países vulnerables muy endeudados que pueden beneficiarse de la coordinación con los acreedores. Una resolución puntual y ordenada de la deuda redunda en beneficio tanto de los deudores como de los acreedores.

Estas medidas no producirán por sí solas una recuperación duradera e inclusiva. Para eso, las autoridades deben concentrarse en aprovechar las oportunidades que brindan las grandes transformaciones estructurales que se encuentran en marcha. Las dos más importantes son la transición verde y la revolución digital.

Cambio climático

Como lo pone de relieve el último informe climático de las Naciones Unidas, el peligro para nuestro planeta no se está desvaneciendo. Por el contrario, está empeorando. Debemos mitigarlo en todas partes, adaptarnos cuando sea necesario y fortalecer la resiliencia ante los shocks venideros.

Sabemos qué hay que hacer: un enfoque integral que incluya la tarificación del carbono y la inversión en energías renovables, con indemnización y nuevas oportunidades para los perjudicados por la transición verde. Estas medidas también pueden reforzar la seguridad energética.

El FMI está colaborando. Ayer, nuestro Directorio Ejecutivo aprobó la creación del Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad. Brindando financiamiento a más largo plazo asequible y catalizando la inversión privada, este Fondo Fiduciario ayudará a abordar dificultades macroeconómicas críticas como el cambio climático y futuras pandemias.

Revolución digital

La última cuestión internacional de la que hablaré hoy es la revolución digital, que incluye la reorientación laboral para una economía cada vez más digital, la movilización de innovaciones como las monedas digitales de los bancos centrales, y el fortalecimiento del marco regulatorio aplicado a los criptoactivos.

Más de 100 de nuestros miembros están activamente dedicados a analizar este ámbito crucial, y los estamos ayudando con asesoramiento en materia de políticas y fortalecimiento de las capacidades.

Solíamos decir «el futuro es digital»; ¡el futuro ya ha llegado, con nuevas fuentes de productividad, crecimiento y empleo!

4. Conclusión: Indivisible

Permítanme concluir:

En las últimas siete semanas, el mundo ha sufrido una segunda crisis grave, una guerra que se ha sumado a una pandemia. Estos riesgos borran gran parte de los avances logrados en los últimos dos años frente a la COVID.

A esto se añade el creciente peligro de la fragmentación en bloques geopolíticos y económicos.

En un mundo en el cual una guerra en Europa causa hambre en África, en el cual una pandemia puede propagarse por todo el planeta en cuestión de días y reverberar durante años, y en el cual las emisiones generadas en cualquier parte hacen subir el nivel del mar en todas, es imposible exagerar la amenaza que el colapso de la cooperación mundial encierra para la prosperidad colectiva.

El único remedio eficaz para estos riesgos es la cooperación internacional. En ella radica nuestra esperanza de un futuro más equitativo y más resiliente. Y esa es nuestra obligación.

Integrado por casi todos los países del mundo, el FMI representa una plataforma comprobada y reconocida para la colaboración mundial. Aprovechando la fortaleza colectiva de nuestros miembros, estamos proporcionando financiamiento y asesoramiento en materia de políticas que los países más golpeados por esta doble crisis necesitan con urgencia. Y estamos preparados para cooperar con nuestros socios internacionales para redoblar aún más las medidas.

En la conferencia de Bretton Woods de 1944, Henry Morgenthau, Secretario del Tesoro de Estados Unidos, asentó un «axioma económico elemental» que serviría de guía a los fundadores del FMI: «La prosperidad, como la paz, es indivisible».

En el mundo de hoy, más propenso a los shocks, los retos que enfrentamos son igualmente indivisibles. Nuestros esfuerzos por resolverlos también deben ser indivisibles.

Gracias.

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Chart 1:

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Chart 2:

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Chart 3:

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