El camino hacia un crecimiento mundial sostenible: La agenda de políticas

2 de abril de 2014

Por Christine Lagarde
Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Escuela de Estudios Económicos Avanzados, Washington, DC, 2 de abril de 2014

Texto preparado para la intervención

Buenos días. Quisiera agradecer al señor Vicedecano Lieberman por su cálida presentación. También quisiera agradecer la amable invitación del señor Decano Vali Nasr a reunirme con todos ustedes aquí hoy. Y un especial saludo a mi amigo y ex colega en el FMI, John Lipsky, quien moderará la sesión de hoy.

Estoy encantada de estar en esta Escuela. SAIS es una de las principales instituciones académicas en el mundo, con sedes en tres continentes y un cuerpo de docentes y estudiantes reconocido no solo por su capacidad intelectual sino también por su compromiso internacional. Entiendo que el tema central elegido por SAIS para este año son los “mercados emergentes”. No puede ser un tema más apropiado, considerando que las economías de mercados emergentes actualmente concentran la mayor parte del crecimiento económico mundial.

La semana próxima, los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales de nuestros 188 países miembros —mercados emergentes, economías avanzadas y países de bajo ingreso— se congregarán en Washington para nuestras Reuniones de Primavera. Hoy, ante esta audiencia de alcance mundial aquí en SAIS, quisiera presentar un anticipo de nuestra agenda mundial de políticas.

Fortalecer la cooperación internacional es una prioridad

Quisiera comenzar con un tema que será prioritario. En un momento en que el mundo aún se está recuperando de la Gran Recesión —y en que las tensiones geopolíticas se están intensificando— ¿cómo podemos fortalecer la cooperación internacional, que es clave para hacer frente a estos desafíos?

Sin duda la economía mundial se ha estabilizado desde que se inició la crisis financiera, pero la recuperación es demasiado débil para darnos por satisfechos. Por otro lado, a menos que los países aúnen fuerzas para tomar el tipo correcto de medidas de política, podríamos vernos durante años con un crecimiento lento y menor del esperado: muy inferior al crecimiento sólido y sostenible que se necesita para crear suficientes puestos de trabajo y mejorar las condiciones de vida en el futuro.

No se trata de algo inevitable. Como sabiamente dijo Aristóteles, “nos hacemos justos realizando actos justos, moderados realizando actos moderados, y valerosos realizando actos valerosos”.

Este el momento de actos valerosos.

Los principales países del G-20, en la reunión que celebraron en Australia en febrero, reconocieron que mediante la aplicación de medidas de política correctas por parte de los países —y la cooperación correcta entre los países— sería posible elevar el PIB mundial más de 2% a lo largo de los próximos cinco años.

Esto colocaría a la economía mundial en una trayectoria mejor y sustancialmente diferente de la actual.

En esa misma reunión de Sídney, se le solicitó al FMI que realice un seguimiento de los planes específicos de cada país y se le encomendó la tarea de evaluar los posibles efectos de “contagio”, es decir, de qué manera las medidas de política tomadas por un país podrían afectar a otros. Con el alcance mundial de nuestros miembros, nuestra especialización técnica y experiencia en tantos países, el FMI está bien posicionado para ayudar.

Lo hemos estado haciendo por 70 años: después de la Segunda Guerra Mundial, durante las crisis financieras en Asia y América Latina, y durante la Gran Recesión. Un ejemplo más reciente es la asistencia que estamos proponiendo para Ucrania, contexto en el cual el respaldo del FMI galvanizará el proporcionado por otras partes.

Esto es la cooperación internacional en acción. El FMI en acción.

En general, se reconoce ampliamente nuestro papel. Es por ello que la casi totalidad de nuestros países miembros han aprobado un conjunto de reformas de la estructura de gobierno orientadas a reforzar nuestros recursos y a representar mejor la cambiante dinámica entre nuestros accionistas.

La excepción a este apoyo, lamentablemente, es Estados Unidos, nuestro principal accionista y uno de nuestros padres fundadores. Tan solo la semana pasada, por ejemplo, no se logró que el Congreso aprobara la legislación que habría permitido que dichas reformas entraran en vigor. Esto es desalentador, pero la historia no termina aquí, y seguiremos perseverando.

El gobierno de Estados Unidos ha reiterado su compromiso de lograr que las reformas se aprueben lo antes posible. Por su parte, el resto de nuestros países miembros mantienen su compromiso. Y yo personalmente me siento comprometida con estas reformas, porque son buenas para el FMI, buenas para la economía estadounidense y buenas para el mundo.

Así pues, la cooperación internacional ocupará un lugar prioritario en la agenda de la semana próxima. ¿Qué otros temas?

Tres temas de carácter general:

i) La situación de la economía mundial: ¿cómo está funcionando el motor del crecimiento?

ii) Los obstáculos a corto plazo en el camino por delante: ¿cómo sortearlos?

iii) El horizonte a mediano plazo: ¿cómo cambiar de marcha y lograr que la economía mundial alcance la velocidad de crucero, es decir un crecimiento más vigoroso y más sostenible?

Permítanme considerar cada uno de estos temas.

1. La situación de la economía mundial

En primer lugar, echemos una rápida mirada a la economía mundial. La próxima semana publicaremos nuestros nuevos pronósticos, por lo cual solo trazaré las tendencias generales.

La economía mundial está saliendo de la Gran Recesión, aunque en términos generales el crecimiento sigue siendo lento y débil. En 2013, el crecimiento mundial fue de alrededor del 3%; proyectamos mejoras moderadas en 2014 y 2015, si bien se mantendrá por debajo de las tendencias pasadas.

En las economías avanzadas la actividad económica está mejorando, pero a diferentes velocidades. Esta es una buena noticia, porque en los últimos cinco años han sido las economías de mercados emergentes y en desarrollo las que han sobrellevado la mayor parte de la carga de la recuperación: desde 2009 han aportado el 75% del aumento del crecimiento mundial. Por fin la recuperación se está equilibrando un poco, en un entorno económico general que se ha modificado significativamente.

Entre las economías avanzadas, el mayor crecimiento se observa en Estados Unidos, apuntalado por una sólida demanda privada y un menor freno fiscal a corto plazo. Aun así, será crucial seguir gestionando prudentemente el retiro gradual del respaldo monetario proporcionado por la Reserva Federal, y adoptar un plan fiscal a mediano plazo duradero.

En la zona del euro se está consolidando una moderada recuperación, más vigorosa en el núcleo pero más débil en el Sur. Recientemente se han dado pasos alentadores para establecer una unión bancaria, por la que hace ya tiempo viene abogando el FMI. Sigue siendo clave poner en práctica un respaldo fiscal común, como también es clave el análisis de la calidad de los activos de los bancos, que se realizará próximamente.

En Japón, la tercera economía en el mundo, el “dardo” monetario de la Abeconomía está estimulando la actividad. Para que se mantenga el crecimiento, también es necesario lanzar de manera integral los otros dos "dardos" de política económica: las reformas estructurales y un plan fiscal a mediano plazo concreto.

En las economías de mercados emergentes, la actividad, que se había desacelerado, repuntó ligeramente en los últimos meses de 2013, impulsada por un mayor nivel de demanda de las economías avanzadas. Aunque condiciones financieras externas más restrictivas representan un lastre para la demanda interna, las economías asiáticas emergentes, en particular, seguirán brillando y registrarán este año la mayor tasa de crecimiento en todo el mundo, de más de 6½%. China también seguirá proporcionando un impulso clave, si bien a un ritmo más lento y más sostenible.

También han brillado muchos países de bajo ingreso. Después de Asia, África subsahariana ha sido la región más dinámica en el mundo durante la crisis, con un crecimiento de alrededor del 5% anual, en promedio. Cabe esperar que siga siendo así, aunque en varios países será necesario prestar atención a la rápida acumulación de la deuda y a la erosión del espacio fiscal.

En lo que respecta a los países árabes en transición, sus perspectivas se ven trabadas por el difícil contexto sociopolítico. Los países que están bregando por llevar adelante las reformas muy necesarias merecen el firme respaldo de la comunidad internacional.

Esta es una panorámica de la economía mundial, que resumiría de la siguiente manera:

Se encuentra en curso una recuperación moderada y frágil, y es preciso cambiar de marcha para encaminarse hacia un crecimiento más rápido y sostenible.

2. Eliminar los obstáculos al crecimiento a corto plazo

Eso nos lleva al próximo tema que desearía abordar: a medida que avanzamos hacia esa meta, ¿qué obstáculos se perfilan a corto plazo? Desde mi punto de vista, son tres.

El primer obstáculo se encuentra en las economías avanzadas. El riesgo de un nivel ultrabajo de inflación está tomando cuerpo, sobre todo en la zona del euro. Un período posiblemente prolongado de baja inflación puede inhibir la demanda y el producto, y por extensión el crecimiento y el empleo. La zona del euro necesita distender más la política monetaria, entre otras cosas mediante medidas no convencionales, para tener más posibilidades de alcanzar el objetivo de estabilidad de precios del BCE. El Banco de Japón también debería persistir en su política de expansión cuantitativa.

El segundo obstáculo reside en las economías de mercados emergentes. El apalancamiento empresarial va en aumento, y existe el riesgo de que la volatilidad de los mercados se agudice a medida que Estados Unidos repliega poco a poco su programa de expansión cuantitativa. Esto se suma a un clima financiero externo en general menos benigno. Lo que demostraron los recientes estallidos de volatilidad en los mercados es que los países con fundamentos más débiles, es decir, desequilibrios internos y externos más profundos, probablemente se vean más afectados. Con el mismo criterio, para estas economías probablemente la mejor protección frente a la turbulencia sea la adopción de políticas de respuesta contundentes.

Para cruzar las agitadas aguas de la normalización financiera se necesitará un enfoque concertado entre todos los países. Eso significa llegar a un entendimiento común de los riesgos y las políticas de respuesta. Significa cooperación entre los bancos centrales y los reguladores del sector financiero para contener los efectos de contagio adversos de las políticas que posteriormente repercuten en los países que los originaron, en una especie de “efecto de rebote”. También significa, como lo he recalcado una y otra vez, una comunicación clara y constante entre todos los bancos centrales.

El tercer obstáculo es el surgimiento de tensiones geopolíticas, que podrían empañar las perspectivas económicas mundiales. Si no se la maneja bien, la situación de Ucrania podría tener repercusiones más amplias. Y ese no es el único caso de tensión geopolítica. Para resolverlos no solo se necesitan buenas políticas, sino que también se necesita una buena conducción política. Ambas son esenciales para que la economía internacional adquiera más velocidad.

3. Impulsar el crecimiento a mediano plazo a velocidad de crucero

Llegamos así al tercer y último tema que me ocupa: ¿cómo hacer para alcanzar velocidad de crucero a mediano plazo? ¿Cómo logramos un crecimiento más sostenible, de mejor calidad y más extendido?

Sabemos que el costo de un crecimiento persistentemente anémico es alto: escaso avance del ingreso y escaso retroceso del desempleo y la desigualdad. De hecho, el riesgo es que si las políticas no son lo suficientemente ambiciosas el mundo caiga en una trampa de bajo crecimiento a mediano plazo. ¿Qué hacer para evitarla?

Primero, tenemos que solucionar problemas que nos han acompañado desde hace un tiempo durante la crisis:

  • Desempleo: una cantidad más que excesiva de gente —especialmente joven— sigue sin trabajo.
  • Elevados niveles de deuda: superar el desafío de la consolidación fiscal sin poner en peligro el crecimiento.
  • Incertidumbre financiera: completar las reformas necesarias para reforzar los cimientos del sistema financiero mundial.

Aunque frente a todos estos problemas se ha progresado, ninguno está resuelto.

Las políticas económicas, fiscales y monetarias que ya mencioné son gran parte de la solución. Pero como en muchos países hay cada vez menos margen para aplicar políticas de apoyo, las reformas estructurales adquirirán más relevancia como instrumento de política.

¿Qué significa esto en términos prácticos? Significa una inversión más amplia y mejor focalizada, más reformas del mercado laboral y más reformas de los mercados de productos y servicios.

Primero, la inversión pública se ha resentido a lo largo de los años en muchos países; una inversión más vigorosa con prioridades acertadas estimularía el producto potencial y el empleo. En Brasil, India, Sudáfrica y los países de la ASEAN, es vital incrementar la inversión pública y privada para corregir las limitaciones de infraestructura. También se necesita una inversión destinada a modernizar las redes de infraestructura en una serie de economías avanzadas; entre ellas, Alemania y Estados Unidos.

Segundo, las reformas laborales inclusivas pueden hacer mucho por estimular el crecimiento potencial. En los países cuya población está envejeciendo, promover la participación de grupos subrepresentados puede contribuir a su dinamismo. En Corea, por ejemplo, la adopción de medidas encaminadas a fomentar la participación de la mujer y la tercera edad seguramente estimularía sensiblemente el crecimiento potencial y compensaría holgadamente el impacto del envejecimiento. Estudios recientes del FMI han señalado que en muchos países una mayor participación femenina en la fuerza laboral puede brindar un poderoso ímpetu al crecimiento.

En los países con elevados niveles de desempleo juvenil o informalidad, las reformas del mercado laboral pueden ser críticas para evitar una generación perdida. Por ejemplo, se estima que las reformas que redujeran los obstáculos a la contratación en el sector formal de México podrían crear casi 400.000 puestos de trabajo al año.

Tercero, las reformas de los mercados de productos y servicios pueden ayudar a erradicar intereses creados, promover la competencia y explotar el enorme potencial de crecimiento y empleo. Ese es el caso no solo de economías avanzadas como Japón y Alemania, sino también de economías de mercados emergentes como China.

¿Cuál es la razón? Es porque la innovación y la productividad que sirven de base al sector de los servicios son los motores de una economía moderna. Pensemos en la tecnología, las comunicaciones, las finanzas. Estas, a su vez, dependen de instituciones eficaces que rindan cuentas, y que estén basadas en reglas.

Es por eso que las actividades de fortalecimiento de las capacidades son tan importantes. Es por eso también que el fortalecimiento de las capacidades es el servicio más amplio que presta el FMI hoy, en casi 90% de nuestros 188 miembros, a países tan diversos como Grecia, Georgia y Guinea.

En Myanmar, por ejemplo, adonde viajé a fines del año pasado, estamos emprendiendo un gran esfuerzo para fortalecer ámbitos críticos de la gestión macroeconómica en un contexto en que el país redobla sus esfuerzos de reforma. Y a través del FMI la comunidad internacional está aunando fuerzas para ayudar al país a abrirse al mundo.

Todo esto me devuelve al punto de partida: la función del FMI y la importancia de la cooperación.

Conclusión

Permítanme concluir con estas reflexiones.

En muchos sentidos, el mundo se encuentra en una coyuntura crítica: está dejando atrás la mayor crisis financiera en casi cien años. La recuperación se está arraigando, pero es demasiado lenta y enfrenta varios obstáculos. Con medidas de política enérgicas, podremos superarlos y llevar la economía internacional a un nivel de crecimiento más rápido y sostenible.

Acabo de esbozar una serie de pasos que nuestros países miembros analizarán más a fondo la semana próxima. Ya está claro que, por encima de todas las medidas de política, una es fundamental: el afianzamiento de la cooperación internacional, un compromiso renovado con el multilateralismo.

En el siglo interconectado en el que vivimos, ningún país puede actuar por su cuenta. La prosperidad nacional y la prosperidad mundial están enlazadas; más que nunca, dependen de que trabajemos juntos. El FMI es indispensable para esa cooperación internacional.

Víctor Hugo afirmó que la perseverancia es el secreto de todos los triunfos.

La economía mundial está saliendo a flote: tenemos que perseverar y luchar juntos por alcanzar nuestra meta.

Muchas gracias.

DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES DEL FMI

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